Capítulo 19: En la fiesta - Confesiones y decisiones.

La fiesta de graduación estaba en pleno apogeo cuando llegaron. La música sonaba a todo volumen, y el salón estaba decorado con luces y globos que iluminaban el ambiente con colores vibrantes. Miranda se sintió abrumada por la emoción al ver a todos sus compañeros celebrando este momento tan importante. Era una noche que había soñado desde que comenzó la secundaria, y ahora que estaba aquí, no podía evitar sentir una mezcla de felicidad y nostalgia.

—¡Vamos a bailar! —dijo Beca, agarrando a Walter de la mano y arrastrándolo hacia la pista de baile sin darle tiempo a protestar.

Miranda y Dereck se quedaron atrás, observando a sus amigos. Miranda miró a Dereck y sonrió. —¿Qué te parece si nos unimos a ellos? —preguntó, con un brillo especial en los ojos.

Dereck sonrió, pero su mente estaba en otra parte. —Claro, vamos —dijo, tomando la mano de Miranda con suavidad.

Mientras bailaban, Miranda notó que Dereck estaba más callado de lo usual. Sus movimientos eran torpes, como si estuviera distraído. —¿Estás bien? —preguntó, con preocupación.

—Sí, estoy bien —respondió Dereck, tratando de sonar convincente, aunque su voz sonaba un poco tensa.

Miranda no estaba convencida. —Dereck, sé que algo te pasa. Puedes decírmelo.

Dereck la miró a los ojos, sintiendo que el momento había llegado. Sabía que no podía seguir ocultando lo que sentía. —Miranda, hay algo que necesito decirte.

Miranda lo miró, esperando. —¿Qué es?

Dereck tomó una respiración profunda, como si estuviera preparándose para saltar al vacío. —Estos últimos meses han sido... difíciles para mí. He estado pensando mucho en ti, en nosotros. Y necesito que sepas que... que me gustas. No como amiga, sino como algo más.

Miranda se quedó en silencio, procesando las palabras de Dereck. Finalmente, sonrió, aunque su expresión era un poco triste. —Dereck, yo también siento algo por ti. Pero necesitamos tiempo para descubrir qué es exactamente. Sabes por todo lo que he pasado en mi única relación...

Dereck sonrió, sintiendo un peso enorme levantarse de sus hombros. —Estoy dispuesto a esperar, Miranda. Lo que sea que necesites.

Miranda estaba confundida. Todavía sentía algo por Gael, pero Dereck la hacía reír, la apoyaba en cualquier disparate que se le ocurriera, y siempre estaba ahí para ella. Era una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar. Por un lado, Dereck estaba feliz por saber que, aunque fuera pequeña, tenía esperanza de poder llegar a algo con Miranda. Pero por otro lado, la noche dio un giro inesperado.

De repente, Miranda vio a Gael entrar al salón con una chica de otra sección agarrada del brazo. Su corazón se encogió al verlo. No sabía si lo que sentía eran celos, tristeza o rabia. En la mesa estaban Beca, Walter, Dereck y ella. Al ver a Gael, Miranda se disculpó rápidamente. —Voy al tocador —dijo, tratando de ocultar su incomodidad.

Beca le preguntó si quería que la acompañara, pero Miranda negó con la cabeza. —No, estoy bien. Regreso en un momento.

Cuando Miranda regresó, Dereck les dijo que tenía algo para ellas. Sacó de su bolsillo dos cajitas, una amarilla y una roja. Le extendió la caja amarilla a Beca. —Este es tu regalo de graduación —dijo, con una sonrisa—. El amarillo representa la amistad.

Beca abrió la caja y encontró un colgante de dos manos sujetando una tiara. Dereck le explicó: —Las manos simbolizan la amistad, y la corona representa la lealtad y la fidelidad. Eres una muy buena amiga para mí, Beca. Me conoces más que nadie en el mundo, al punto que no tenemos que decirnos nada para entendernos.

Beca entendió que Dereck le confirmaba lo que ella ya sabía: que estaba enamorado de Miranda. No necesitó que él lo dijera, porque lo conocía perfectamente. —Gracias, Dereck —dijo Beca, con una sonrisa cálida—. Esto significa mucho para mí.

Luego, Dereck se dirigió a Miranda, sosteniendo la cajita roja. —Este es para ti —dijo, con un tono más suave.

Miranda abrió la caja y encontró un colgante de un león con un corazón en la boca. —¿Puedo ponértelo? —preguntó Dereck, y Miranda asintió, apartando su cabello para que él pudiera colocárselo.

Dereck le explicó: —El león es un símbolo de valentía, fuerza y lealtad. Y el corazón en su boca representa el amor.

Miranda no podía creer lo detallista y dulce que era Dereck. A pesar de su apariencia ruda, tenía un lado tierno que pocos conocían. —Gracias, Dereck —dijo Miranda, dándole un beso en la mejilla.

Walter, quien no entendía nada, preguntó incrédulo: —¿Yo también debía traer un regalo para ellas? ¿Por qué nadie me dijo?

Todos se echaron a reír, incluyendo Miranda, quien por un momento olvidó la tensión que había sentido al ver a Gael.

Sin embargo, desde lejos, Gael los observaba atentamente. Cada interacción entre Dereck y Miranda lo llenaba de celos. No podía aguantar más. Se levantó de golpe y se dirigió directamente a la mesa de Miranda y sus amigos, dejando a su acompañante sola. No le importaba; había aceptado ir con ella solo porque era hija de un conocido de su familia y quería estar en la fiesta para poder hablar con Miranda.

Al llegar a la mesa, Gael se dirigió a Miranda con un tono molesto. —Necesito hablar contigo —dijo, sin saludar a los demás.

Beca, siempre lista para molestar, respondió por Miranda: —Hola, ¿cómo estás, Beca? —dijo, imitando una voz dulce—. Bien, ¿y tú, Gael?

Gael la interrumpió, irritado. —No tengo tiempo para tus estupideces.

Walter se levantó de golpe, defendiendo a Beca. —Oye, cuida tu boca y cómo te diriges a ella.

Miranda, para evitar un mal rato, notó cómo Dereck se tensaba y apretaba sus manos hasta que sus nudillos quedaron blancos. —Está bien —dijo Miranda, levantándose—. Salgamos a hablar.

Dereck se levantó también, preocupado. —¿Estás segura? —preguntó, mirándola a los ojos.

Miranda asintió. —Sí, no te preocupes.

Caminaron en silencio hasta llegar a la parte frontal del club, donde la música no era tan fuerte. Miranda, con voz firme aunque por dentro se sentía como gelatina, le preguntó: —¿De qué quieres hablar?