Capítulo 33: El peso de las palabras.

Capítulo 33: El peso de las palabras.

Luego de aquella conversación en el parque entre Dereck y Miranda, las cosas habían avanzado un poco más entre ellos. Aunque Miranda seguía sin decir aquellas dos palabras que Dereck necesitaba con tanta urgencia escuchar: "Te amo". Solo eran esas dos palabras, y Dereck se sentiría el hombre más feliz del mundo. Él no quería presionarla, y aunque le decía todos los días cuánto la amaba, ella solo le respondía con un "Te quiero". No era lo mismo, pero Dereck intentaba no darle demasiada importancia, aunque en el fondo, esa falta de reciprocidad lo inquietaba.

Había pasado un año desde que Miranda y Dereck decidieron darse una oportunidad juntos. Habían compartido muchos momentos felices: cenas, viajes a la playa, noches de películas y tardes en el parque. Dereck era muy detallista con Miranda, siempre buscando la manera de hacerla sonreír. Le enviaba flores sin motivo, le preparaba cenas sorpresa y la llevaba todas las mañanas a clases. Miranda, por su parte, había aprendido que esa apariencia de "chico malo" que Dereck proyectaba era solo una fachada. Detrás de esa actitud despreocupada, había un hombre tierno, atento y profundamente enamorado.

Miranda ahora estaba en la universidad, llevando una vida más ocupada. Tenía un trabajo de medio tiempo y, de vez en cuando, colaboraba con la banda de Walter y Dereck en el escenario. Mateo asistía cada vez que sabía que ella iba a participar. Se sentía orgulloso de la nueva Miranda. Ya no tenía esa mirada triste que la había acompañado durante tanto tiempo, y aunque no era amigo de Dereck, admitía que este había sido una buena influencia para ella. Incluso le agradecía en silencio todo lo que hacía por Miranda.

Gael, por su parte, se había marchado el día siguiente de ver a Miranda con Dereck. Después de dejar las flores en su puerta, tomó la decisión de irse. Sabía que tenía que seguir adelante, tal como Miranda lo había hecho. La noticia tomó por sorpresa a Mateo, quien creía que su amigo se quedaría en su casa al menos un año. Pero Mateo entendió que Gael necesitaba alejarse para sanar su corazón y encontrar su propio camino. El día que Gael se fue, le pidió a Mateo que le entregara una carta a Miranda.

Miranda abrió la carta con manos temblorosas. Las palabras de Gael estaban llenas de sinceridad y un dejo de tristeza:

"Querida Miranda,

Sé que esta carta llega tarde, pero necesitaba decírtelo. Primero, quiero pedirte perdón. Perdón por no haber sido el hombre que merecías, por no haberte dado el amor que necesitabas. Nunca fue mi intención causarte daño, pero sé que lo hice, y eso es algo con lo que cargaré siempre.

Me alegra saber que has encontrado a alguien que te hace feliz, alguien que te valora y te cuida como yo no supe hacerlo. Él es un hombre afortunado, y aunque me duele admitirlo, sé que él es mejor para ti de lo que yo podría haber sido jamás.

Espero poder superarte algún día, aunque lo dudo. Eres única, Miranda, y siempre lo serás. No importa a dónde vaya o con quién esté, siempre habrá un lugar en mi corazón que te pertenecerá. Pero sé que ese lugar debe quedarse en el pasado, porque tú ya has encontrado tu futuro.

Te deseo lo mejor del mundo, porque te lo mereces. Ojalá algún día pueda volver a verte, no como el hombre que te lastimó, sino como el amigo que siempre quiso lo mejor para ti.

Con cariño,
Gael."

Miranda no pudo evitar llorar al terminar de leer la carta. Pero no lloraba porque Gael se hubiera ido nuevamente, sino porque deseaba de todo corazón que él encontrara a alguien que lo hiciera feliz, tal como ella había encontrado a Dereck.

El tiempo pasó, y en el "Studio 77", Walter, Beca, Dereck y Miranda estaban disfrutando de las vacaciones que tanto habían esperado. No durarían más de un mes, así que decidieron aprovecharlas desde el primer día. Walter y Beca bailaban en la pista, riendo y disfrutando del momento, mientras Miranda y Dereck los observaban desde una mesa. En algún momento, Miranda y Dereck habían pensado que tal vez entre Walter y Beca había algo, pero cuando Walter les presentó a su novia, dejaron la idea atrás.

—Voy al tocador —dijo Miranda, levantándose de la mesa. Dereck asintió con una sonrisa, distraído por algo que Walter le decía desde la pista de baile.

Cuando Miranda salía del baño, se encontró con alguien que no esperaba ver en mucho tiempo: Gael. Él estaba cambiado. Su cabello más largo, su mirada más tranquila, pero aún con esa sonrisa que siempre le dedicó a ella.

—Hola, Miranda —dijo Gael, con una voz suave pero firme.

—Hola, Gael —respondió ella, devolviéndole el saludo con calma. Se dio cuenta de que no sentía esa tristeza ni ese brinco en el corazón que solía experimentar cada vez que lo veía,se sentia en paz. Gael le sonrió.

—Estás muy bonita —dijo él, con sinceridad.

—Gracias —respondió Miranda, sonriendo por cortesía. Hizo ademán de irse, pero Gael la tomó de la muñeca con suavidad.

—Espera, por favor. Solo necesito un minuto —dijo Gael, soltándola de inmediato al ver en su rostro que eso la molesto.

Miranda lo miró, dudando por un momento, pero finalmente asintió. —Tienes cinco minutos.

Gael respiró hondo antes de comenzar. —Quiero pedirte perdón, Miranda. Nunca fue mi intención causarte daño. Lo lamento mucho por lo que pasó en la fiesta de graduación. Entendí esa noche, cuando te vi con Dereck en la puerta de tu casa, que ya no ocupaba un espacio en tu vida ni en tu corazón.

—Las flores... —murmuró Miranda, recordando aquel detalle.

—Sí, fui yo —confesó Gael—.Esa noche fui a pedirte que me dieras una oportunidad,pero te vi con Dereck. Quería despedirme de ti de alguna manera. Sabía que no podía quedarme, que tenía que seguir adelante.

Miranda lo miró con compasión. —El pasado ya quedó atrás, Gael. Prefiero recordarte como un amigo al que quise mucho. Y la oferta de seguir siendo amigos sigue en pie, pero solo cuando hayas sanado tu corazón.