CAPITULO 1

El sol vislumbraba por la habitación mientras los ojos de Juliana cedían poco a poco a la luz de un nuevo día.

Desde la muerte de su padre hace ya un mes todo había cambiado en la vida de ella y de su madre; ciertamente el deceso prematuro del patriarca de la familia las había afectado en gran medida, pero sin duda lo que más afectaba era el hecho de que Don Manuel muriera con solo una hija concebida,cosa que Don Efraín habría aprovechado para persuadir a Doña Graciela de que lo mejor para el negocio seria que él tomara parte como el nuevo administrador; y esa mañana de Julio no sería la excepción.

Mientras Juliana se alistaba para salir al comedor y tomar el desayuno junto a su madre no pudo evitar percibir el fuerte aroma a café negro filtrándose por la puerta de su habitación, momento en el que se dio cuenta que de nuevo su tío abuelo Efraín volvía a tener una "plática sabatina" con su madre.

Bajando poco a poco las escaleras van asomándose las voces de su tío y su madre.
—En verdad agradezco tu hospitalidad Graciela, y por el cariño que te tengo por ser parte de esta familia es que ya no puedo dar más vueltas al asunto  –dijo Efraín mientras se acomodaba en el pequeño sillón café,– ya es tiempo de que la joyería vuelva a abrir, están a un paso de perder todo por lo que lucho Manuel.

—Agradezco tu sinceridad Efraín, pero realmente desde la muerte de mi esposo lo ultimo en lo que puedo pensar es en negocios o finanzas –exclamó Graciela con los ojos al borde del llanto, últimamente ocurría cada vez que el tema de Manuel salía a flote en las conversaciones–.

—Por esas razones creo que lo mejor sera designar a un nuevo administrador para que maneje de ahora en adelante La cueva de plata.

—Tienes toda la razón tío  –pronunció Juliana mientras entraba a la sala principal –por eso decidí que como primogénita de la familia Montes Ortiz yo seré la responsable de manejar la joyería de ahora en adelante. 
 

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