Capítulo 11 – Los secretos del Golfo de México

El arqueólogo descendió a una cámara subacuática formada por restos de la nave Vigns, que siglos antes había caído como un meteorito gigante en lo que hoy conocemos como el Golfo de México. Las corrientes marinas habían cubierto fragmentos de la nave con arena, coral y sedimentos, pero algunos contenedores permanecían intactos, brillando con un resplandor metálico. Entre ellos, tablillas grabadas en oro y piedra contaban la historia de los sobrevivientes espaciales, de los primeros gigantes y de los híbridos que habían logrado reproducirse parcialmente gracias a la manipulación genética de ADN O negativo.

Cada tablilla mostraba diagramas del planeta original, rutas de viaje interestelar, experimentos con ADN de animales, plantas y humanos, y la creación de seres colosales para proteger templos y minas. Los gigantes habían trabajado construyendo templos subterráneos y pirámides alineadas con las estrellas, mientras los híbridos actuaban como exploradores, guardianes y protectores del conocimiento. La sangre O negativo se mencionaba como un elemento clave, una línea genética única que se degradaba con el tiempo, limitando la longevidad de los híbridos y la de los primeros humanos creados por los sobrevivientes.

El arqueólogo descubrió además cómo los Anunnakis y los reptilianos habían intervenido en diferentes continentes, atacando templos y laboratorios, intentando controlar la genética de los híbridos y el oro de las minas. Cada conflicto estaba registrado con precisión, mostrando estrategias de guerra, armas desconocidas y enfrentamientos titánicos entre gigantes y seres avanzados. Era evidente que la humanidad había heredado la genética O negativo y algunos vestigios de tecnología ancestral gracias a esos enfrentamientos, que durante milenios se transformaron en mitos y leyendas.