¡quiero ser la protagonista!

Toda mi vida creí que era la extra en la historia de alguien más, la que apenas aparece en los créditos y ni siquiera tiene diálogo. Pensaba que los finales felices eran exclusivos de las protagonistas impecables: esas que tienen el cabello perfecto, cero deudas y un trabajo envidiable.
¿Qué pasa cuando eres una peluquera canina con un perro gruñón, una adicción preocupante a la Coca-Cola y una guerra sin tregua con tu vecino? Pues resulta que no necesitas ser una protagonista perfecta para tener tu propio final feliz. Solo necesitas escribir tu propia historia… y encontrar a alguien lo suficientemente testarudo para querer ser parte de ella.
¿Quién dijo que las vidas ordinarias no pueden ser extraordinarias?