Capítulo 60

Él se gira al ver que Jason lo toma, pues seguro no era nada importante.

—Hola mi amor, ¿Cómo estás? —Pregunta Jason.

Según de la manera que dijo esto le dejó entender a Anderson que hablaba con la chica del bar. Él no se ha vuelto a comunicar con la rubia, ella le había dejado su número para que él la llamara, pero él no le había marcado.

Anderson se hace de comer, él limpia los trastes de la cocina. pero cuando termina se va a la cama a descansar un poco.

—Amigo, iré a dormir —le avisa a Jason quien estaba sentado en el mueble, aun hablando por teléfono.

Este levanta el pulgar, indicándole que está bien.

Anderson se duerme en su cómoda cama.

Él sale de su habitación cuando está frente a la puerta de entrada no había nadie en las calles, no había ni un alma deambulando por los patios de las casas, ni siquiera había visto a Jason en la sala, lo cual le pareció extraño ya que su auto estaba parqueado afuera junto el suyo como lo había visto cuando llegó del destacamento.

Camino hasta el frente de la calle y miro a los lados, y no había nadie allí. Mientras estoy allí siento que alguien me toca el hombro. Yo me giro distraídamente, cuando veo de quien se trataba siento un tirón en el estómago.

—Lisa —pronunció su nombre con la voz temblorosa.

—Hola, Anderson —contesta ella.

La miro de arriba abajo y me doy cuenta de que llevaba puesto la misma ropa con la que se había ido aquel día. Yo asustado, apenas entiendo lo que está ocurriendo.

—Lisa, ¿Cóm-cómo estás? —Pregunto aun en shock.

Ella lo mira con una sonrisa en sus labios. Ella pasea la mirada por el suculento cuerpo de aquel ser. Esa mirada de ella, de cómo si quisiera devorarlo con los ojos. Ese aire de poder que se desprendía de su cuerpo empezaba a intimidar a Anderson. Nunca había conocido a una chica que lograra causar ese efecto en él, pero Lisa podía hacerlo sentir eso y muchas otras cosas más.

—Aun no sé, todos rumoran que estoy muerta, pero yo no lo siento así —prenuncian sus delgados labios estas palabras

Él la mira detenidamente a los ojos y nota en ellos un destello de maldad: nuca lo había visto antes allí.

— ¿Por qué me sigue? —Preguntó frunciendo el ceño.

—No puedo decírtelo aun, Anderson. Todo está por salir a la luz, muy pronto lo sabrás todo —dice ella con un aire de seguridad en sus palabras.

— ¿Por qué no me lo puedes decir? ¿Por qué te me apareces a dónde voy? ¿Por qué haces eso? —Pregunta él desesperado por respuestas.

—No puedo decirte nada de eso, ahora mismo sabes lo que tienes que saber, no te puedo meter en problemas. Ellos creen que tú sabes lo que pasó, aunque pasaste la prueba del bolígrafo ellos aun dudan de ti. No puedes saber de más porque luego podrías decir algo que no debías, no te pondré en esa situación después de lo que has hecho por mí. Por favor, acepta mi decisión, aunque te mueras por saberlo —lo mira fijamente.

—Lisa, esto me está volviendo loco, no puedes seguir apareciéndome de esta manera, y mucho menos sin una explicación. Pensaran que soy un enfermo mental o algo —contesta él sobresaltado por la respuesta de Lisa.

—Por favor Anderson, trata de entender que ahora no puedes saber, lo hago por tu bien. Mientras menos sepas de lo que me pasó en estos momentos es lo mejor —dice ella con ojos tristes.

Él se lleva las manos hasta la cintura y la mira sin saber que más decirle. Expulsa un soplo de aire por la nariz. Su mirada se desvía hacia la izquierda.

—Está bien, como tú digas lo haremos —levanta sus manos a nivel de sus hombros como si se rindiera.

—Muchas gracias —dice ella cerrando los ojos aliviada. ´

—Él la mira y no dice nada más por unos minutos—. ¿Puedo abrazarte? —Pregunta él con la mirada triste.

—Sí, sí por favor —accede ella mientras se acerca con los brazos abiertos hacia a donde él estaba.

Cuando ella se acerca a él para abrazarlo, sus bravos se cruzaron, pero cuando él quiso apretarla hacia él ella se esfumó, convirtiéndose en aire.

Anderson se sorprende y en un sobresalto despierta en su habitación.