Capítulo 35

ENGEL

Sonrío de lado al verla huír de otra "cariñosa" palmada de su mamá mientras esta finge correr trás de ella azotando sus pies con fuerza contra el piso sin moverse.

—Etonces, ¿te quedas?

Asiento acercándome hacia ella y permitiéndo que pase primero. 

Me encojo de hombros precenciado el brusco abrazo que le da a mi pequeña procupándome porque la rompa, pero solo provoca un quejido después de una risa.

—¡Ya no estoy comiendo!

—¿A quién quieres engañar?

Su mirada va de la mayor hacia mí y sonríe antes de salir corriendo. Río cuando la mujer la atrapa del cuello de su pants. Jane pretende ser ahorcada y se queda de pie con la cabeza de lado como si hubiera muerto.

Después de esa cómica escena, nos dirigimos hacia lo cocina donde acomodamos todo minutos antes de que Jane se fuera y regresara en su pijama. Sonrío divertido al ver como su mamá se le deforma la cara en una mueca llena de disgusto ante su atuendo y enviarla para que se cambie.

—Jane siempre siendo tan Jane.

Termino de sacar algunas verduras y las pongo cerca del lavabo.

—Mi hija siempre siendo tan fachosa. —Estaba apunto de reírme por su comentario, pero la encuentro mirándome fijamente a un costado de mí. —¡Jesúcristo, Jane!

—¿Qué expresión de abuelo es esa? —Se queja entre risas mientras sobo mi pecho. —Que ni se te ocurra desmayarte aquí.

Abro la boca para quejarme sobre su afán de agarrarme desprevenido, pero mi voz se queda atorada en mi garganta cuando su mamá la manda por cosas a la tienda. Me señalo los ojos y después a ella "amenzándola". 

Después de verla desaparecer trás la puerta, miro hacia su madre y me tenso cuando sus ojos se centran en mi persona y, a pesar de la gran diferencia de estatura, me hace sentir insignificante.

—Quiero hablar con usted. —Escondo mis manos detrás de mí ocultando mi nerviosismo. —¿Qué quiere con mi hija?

Desvío los ojos varias veces sin poder sostenerle la mirada, porque si que tenía una demasiada pesada. Me juzgaba con ellos, podría decir que son los ojos más terroríficos que haya visto. Su expresión seria siendo balanceada con pocas arrugas en su ceño y boca me hacían cuestionar si tan siquiera era humano.

—Y-Yo la quiero. 

—¿Para qué?

—¿Qué? —Parpadeo varias veces confundido por su pregunta. —¿Cómo?

—Digo que ¿para qué la quieres?

Aprieto mis manos sudadas tratando de concentrarme en alguna respuesta aceptable. Pero ¿cómo sabré si lo es? En su rostro está escrito claramente que no me creerá si titubeo o pienso demasiado, como ahora.

—Y-Yo..., —huyo de su mirada centrándome en la puerta, —ella me gusta.

Siento como mis mejillas se enrojecen al escucharla reír en bajo. ¿Se está burlando? ¡¿Dónde mierda estás Jane?!, ¡ayúdame!

—¿Para qué? —¿A caso me está provando? —Hijo, me refiero que si es solo para sexo, diversión o algo más.

Me recargo contra la pared porque estaba a punto de desfallecer en cualquier momento. Si creía que Jane era directa, su mamá es una bestia. 

—Y-Yo....

—Porque si es así, deberías aclarárselo. —La veo sorprendido y ella lo nota. —No me malentiedas, es solo que no quiero que se ilusione. Además, ella lo entenderá.

—Yo la quiero bien.

—Ni siquiera sé que significa eso, pero lo tomaré como que lo meditarás bien. —Balbuceo un "si". —Conozco muy bien a mi hija porque ella suele decirme todo. —Abro los ojos y busco de inmediato un cuchillo para empezar a picar las calabazas. —Absoluatmente-todo.

—Q-Que bueno, —parto la verdura por la mitad, —me alegra que tengan una buen...

Sonrío un poco viendo de reojo su intensa mirada. Mierda, Jane, ¿qué le dijiste? Se me cae la mitad de lo que había cortado cuando se acerca un poco para tomar un vaso, pero por mis nervios hago un desastre.

—¡Ay, hijo!, pero no lo tires. —Se ríe antes de volver a su actividad. —Ah, pero en serio, háblalo con ella.