CAPÍTULO 3

DEAN

Me sentí feliz de tener a Shamara entre mis brazos una vez más, después de dos largos años sin ver sus bellos ojos verdes o su sonrisa que iluminaba el lugar donde estaba.

Quería confesarle mis sentimientos en ese momento, pero me dio miedo que ella no sienta lo mismo mí. Aunque yo no soy un hombre tímido y menos inseguro, pero cuando se tratada de ella todo es diferente.

Después que la dejé en la puerta de su casa me dio coraje conmigo mismo e Iba todo el camino preguntándome ¿Por qué no le dije nada de mis sentimientos hacia ella?

─Soy un idiota ─pensó en voz alta.

─Pero creí que ella estaba con el idiota que le partí la cara. Ahora estoy loco hablando solo. Bien…

Pisé más el acelerador del coche para llegar más rápido a casa. Llegue a mi departamento mientras entraba me quite la camisa y la tiré al piso, me sentía cabreado. Me dirigí a servirme un trago.

Desde la noche de la fiesta yo no he podido quitar de mi mente la imagen de mi hermosa princesa, he tratado de mantenerme alejado de ella con la única intención de aclarar mis sentimientos, pero me ha sido imposible.

Todas mis noches se están haciendo más largas y agobiantes al recordar esos bellos ojos verdes que me miraban y esa boca carnosa que me pedía a gritos ser besada.

Por más sexo que tenía con Katherine no me sentía satisfecho porque siempre estaba ella en mi mente. Había pasado una semana desde la última vez que la vi y su mirada inocente y a la vez sexi me sigue atormentando.

Una de las tantas noches que disfrutaba de un buen sexo con Katherine ésta se molestó cuando estuve a punto de tener un orgasmo la llamé con el nombre de Shamara. La chica furiosa se paró de la cama a prisa se puso su ropa y me dejo tirado en la cama un mi orgasmo frustrado.

Tres semanas después estaba verificando la reserva que Owen y yo hicimos para pasarnos un fin de semanas en un lujoso hotel en Miami con la excusa que era el regalo sorpresa de Shamara, llevándonos también a mi hermana Lorana que es la novia de Owen.

Le envié un mensaje a Shamara que le alegraría mucho.

“Reserva para cuatro el próximo fin de semanas en el hotel South Beach y no acepto un no como respuesta. Es mi regalo de cumpleaños”

De regreso contestó a mi mensaje.

“cuenta conmigo”

Me sentí muy alegre de que ella me respondiera que iría, aunque no sabe quiénes son los otros que nos van acompañar. A Owen le tocaba sacarle el permiso con sus padres.

Esa misma noche fue muy placentera para mí porque me pasé toda la noche soñando con ella, haciéndole el amor como tantas veces soñé. Me levanté temprano con una erección, sintiendo que mi sueño había sido realidad, pero cuando vi a mi lado de la cama estaba vacía, sin ella.

Es frustrante tener una mujer en tu cabella día y noche y no atreverte a confesarle tus sentimientos. No sé qué pensara mi amigo, no quiero que nuestra amistad de años se vea empañada por mis sentimientos hacia su única hermana.