Capítulo 37

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Ángel.

Al llegar a la escuela, fui directo a la cafetería para poder comer algo antes de entrar a clases. Por alguna extraña razón, me sentía feliz; siento que con Ashly vamos genial.

Y sí, por “genial” me refiero a que ya medio hablamos. Sé que todavía no lo hacemos como antes, pero ya van dos veces que estamos en mi casa y hemos entablado una conversación algo estable. Aunque sea poco, realmente siento que, en un futuro no muy lejano, se pueda volver a construir una linda amistad entre ambos; es lo único que quería.

—Estás con esa sonrisa, Ángel. ¿Por qué?

—¿Por qué? —dije viéndolo mientras tomaba el café que me había comprado—. ¿Qué sonrisa?

—Hace mucho no te veo sonreír así. Es raro volver a verte de esa forma.

—¿Así cómo?

—Así, con esa cara, Ángel, de un gran estúpido.

—¿Gran estúpido? —una risa salió de mis labios inconscientemente.

—Mierda, te reíste de eso, Ángel. Tú no te ríes de esos chistes o cuando te insulto. ¿Qué te está pasando, hermano?

—Creo que tú ya sabes esa respuesta.

—No, no la sé. Por eso mismo quiero que tú me lo digas.

—No te diré, usa tus únicas neuronas.

Alfredo se quedó en silencio por unos segundos mientras yo bebía de mi café, riéndome de él.

Mientras él pensaba, yo veía la escuela, y pude ver a lo lejos a Mon junto con Ashly. Al verla, una sonrisa se formó en mis labios. Se veía muy linda con mi playera, le quedaba algo grande, haciendo que se viera muy chiquita dentro de esta, y también estaba algo despeinada, lo cual me gustaba cómo se miraba de este modo.

—No puede ser —miré a mi amigo—. No me digas que es por Ashly —no pude decir nada para defenderme, ya que era más que obvio—. Por Dios, sí es por ella. ¿En serio vas a volver a caer?

—Ya supéralo, Alfredo.

—¿SUPERARLO? Ángel, tú ya superas a esa chica, no inventes, ya.

—La superé hace mucho.

—No, nunca la superaste.

—Claro que sí.

—No, hermano, nunca lo hiciste. No sé si tú sepas, pero superar a una persona es dejar de pensar en ella, conocer más personas y claramente no querer volver a andar con esa persona. Es más que obvio que NO la has superado.

—Bueno, tal vez no lo hice del todo.

—Nunca lo hiciste.

—Bueno, no, nunca lo hice y la verdad ni siquiera lo intenté, menos ahora, y no te lo negaré, hermano, me sigue gustando Ashly, incluso más de lo que me gustaba.

—Eres un caso perdido, amigo. Te puso los cuernos, creo que eso significa que debes alejarte de ella, podría hacerlo de nuevo.

—Mira, hermano, en este tema hay algo entre ella y yo. Sé por qué lo hizo y ya la perdoné; éramos unos niños.

—¿Y qué te asegura que ella no es la misma persona?

—Porque la conozco tan bien que sé qué ha pasado por muchas cosas. Supongo que eso hizo que cambiara.

—No estoy de acuerdo.

—No necesito que estés de acuerdo. Uno no controla de quién sentir, y pienso que tú sí lo entiendes.

Se quedó en silencio y yo lo miré, esperando su respuesta.

—Créeme que lo entiendo —lo miré confundido—, y es inevitable…

—Eso mismo. Si tú sientes eso con Mon, debes entender que yo no controlo, que me deje de gustar Ash.

—Sí, lo sé, pero con ella no pienso que funcione, hermano… Tanto lo tuyo como lo mío.

—Yo creo que sí. Sé que ella siente algo por mí, o al menos puede sentirlo. En cuanto a Mon, no sé qué le sucede, pero debe darse cuenta de que yo no siento algo por ella.

—No... No sé, hermano. Todo esto es muy confuso. Solo que tú debes pensarlo bien.

—Pues sí, debo pensar bien qué quiero con ella... —me interrumpió.

—Espera —miré a dónde él estaba viendo y había gente alrededor de unas personas. Siempre que había bolitas así, significaba dos cosas: que alguien se peleaba o que se habían desmayado.

—Creo que se están peleando.

—¿Quién?

—No sé, vamos a ver.

Nos acercamos a la gente que estaba alrededor y pudimos ver que era Mon gritándole al sujeto que estaba con Ashly el día de ayer. Mi visita comenzó a buscar a Ashly y ella estaba tratando de ocultarse; sabía que estaba incómoda. Como pude, me acerqué más.

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