Capitulo 49

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Ángel

No estábamos haciendo nada; en todo este rato estuvimos en silencio. Creo que hasta ella estaba dormida; yo solo estaba mirando un punto fijo. Quería llorar, pero me contuve; ya no quería seguir llorando.

Miraba de vez en cuando a esta Ash, y si estaba dormida, pero aun así no me quitaba de encima de ella; estaba recostado en sus piernas. Me gustaba estar con ella; me hacía sentir una paz muy linda, no me sentía solo.

—Ash —susurré con la esperanza de que estuviera despierta.

—Dime.

—¿Recuerdas que el día que estábamos así me aventaste? —soltó una pequeña risa.

—Había llegado mi papá.

—Así es; sabes, siento que me odiaba.

—Seguramente.

—Terminó corriéndome de tu casa…

—Sí, es cierto. Me reí mucho ese día.

—Era un niño —comencé a reír—, que podíamos hacer.

—Siempre ha sido muy celoso mi papá, más de chiquita. Ahorita, pues, no me pone mucha atención ya.

—Así es —me levanté, y ella nada más me miraba—. Me acuerdo de que esa vez yo quería darte tu primer beso…

—¿En serio?

—Sí, estaba más que dispuesto hasta que me aventaste.

—Entré en pánico, lo siento, pero no sabía qué hacer si mi padre me veía contigo abrazados.

—Sí, lo entiendo, capaz me corría o algo así.

—Lo más seguro es que le habría a tu mamá —reímos.

—¿Quieres dar nuestro primer beso?

—¿No, ya lo habíamos dado…?

—Sí, pero te lo robé; además, nada más quiero que nos demos ese beso que siempre quise darte.

—Está bien… —Sonreí y me acomodé en mi lugar para quedarme frente a ella.

Me acerqué a ella y junté nuestros labios en un corto beso; al separarme, vi cómo su rostro se le iba formando una leve sonrisa.

—Así debía de ser nuestro primer beso.

—Fue muy lindo…

—Simplemente que estés conmigo es más que lindo, Ash. Me haces feliz…

—Tú también me haces feliz, Ángel…

Una sonrisa tonta invadió todo mi rostro; agarré su mano y la entrelacé junto con la mía. Era una sensación muy linda tenerla así conmigo.

—Me toca abrazarte.

—Pero… a mí me gustaba tenerte así…

—Solo acuéstate.

—Ay, está bien.

Se recostó en mis piernas, y pude ver su rostro; agarré sus mejillas para apachurrarlas, pero ella luego, luego alejó mi mano.

—No, si vas a molestarme, mejor me acuesto en la cama como se debe.

—No te iba a hacer nada.

—Claro que sí.

—Bien, me rindo.

—Más te vale.

—Pero suelta mi mano.

—Nop —sentí cómo la entrelazaba con la de ella y la ponía en su pecho.

—¿Vamos a dormir?

—No tengo sueño, la verdad.

—Yo sí tengo sueño… no pude dormir bien.

—¿Y eso por qué?

—No importa, la verdad.

—¿Un mal sueño?

—Se podría decir que sí…

—¿Quieres contármelo?

—Siendo sincera, prefiero quedármelo yo.

—¿Salgo de protagonista? —Una risa me invadió, y a ella también.

—Ya quisieras ser el protagonista de mis sueños. En las pesadillas, saldrías.

—Bueno, pero espero que en tus pesadillas, pueda salvarte o no sé.

—Ya quisieras, Ángel —comenzó a reír.

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