Capitulo 54

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Al abrir mis ojos, pude ver un lago, un hermoso lago que ya había visto anteriormente; en este hermoso lugar, estaba Ángel, pequeño, sentado. Me estaba esperando, seguramente. Me acerqué para ver qué hacía; estaba mirando el lago, y lo entendía; se veía bastante lindo cómo se movía el agua.

—Qué bueno que llegas, Ash…

—Sí, supongo. ¿Qué tienes para decirme el día de hoy?

—Nada, solo que te extraño demasiado.

—¿Extrañarme? Bueno, pongamos de ejemplo que, pues, me gritaste.

—Yo no lo hice, recuerda que fue mi yo verdadero y actual; yo solamente soy un niño en tu conciencia.

Claro, un niño muy inteligente que sabe por todo lo que he pasado.

—Sabes, sé lo que realmente te está molestando.

—Creo que lo sabes desde antes que yo.

—Así es, soy tu subconsciente, Ash; obviamente debo saberlo y, por ende, también decírtelo.

—Pues lo único que puedo pedirte es que ahora, si seas honesto y rápido, me cansé de estar pensando y pensando qué hacer con las cosas que te la pasas diciéndome.

—Bien, te diré las cosas como son —vi cómo se paraba y se ponía frente a mí—. Lo que te está molestando ahora es que Ángel… no te hable, ¿cierto?

—Aja...

—Pero realmente te molesta que siga con su vida, sin ti.

Me quedé boquiabierta; eso sí, no lo veía venir, pero en cierto punto, sí era cierto; me dolía verlo con todos sus amigos riéndose.

—Quieres que sea tu novio, ¿no es así?

—Pues claro que sí, Ángel me hace muy feliz…

—Lo sé, pero entonces, si de verdad lo quieres… ¿Por qué no vas y le dices?

—¿Decirle que sea mi novio?

—Exacto, tú también lo trataste mal, Ashly. Él quería resolver las cosas contigo varias veces, pero no le contestaste los mensajes, las llamadas; lo corrías y lo evitabas. Creo que debes pedirle una disculpa.

—No entiendo, ¿le digo que sea mi novio o le pido perdón?

—Ambas cosas. Tú sabrás cómo hacerlo, pero debes dar el primer paso tú.

—Nunca he dado el primer paso.

—Otro de tus grandes problemas, Ashly. Por eso mismo estás sola; nunca aprendiste a dar el primer paso, pero no importa, está bien eso. Pero si de verdad te importa alguien, deberás hasta perder tu orgullo. Y si no te das prisa, va a hacer muy tarde, y no quieres eso.

—¿Por qué sería tarde?

—Porque todos tenemos quien nos aconseje; a veces es bueno y otras malas. Digamos que Alfredo nunca suele ser buen consejero, ni mucho menos Mon, que ella siente algo por él. Entonces, usa tu linda cabeza y ¿qué podrían llegar a decirle?

—Que me deje…

—Entonces, él les puede hacer caso en algún momento.

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