Capítulo 1: El Velo de la Elección

La niebla matinal se deslizaba entre los árboles plateados del Bosque de Liria, suave como un suspiro. El aire estaba cargado de magia, vibrando con una energía antigua que sólo se manifestaba una vez cada ciclo de luna: el día del Velo.

Lysiane caminaba descalza por el sendero de pétalos azules, con los ojos clavados en el horizonte. Su túnica ondulaba como si flotara sobre el agua, y las pequeñas perlas entre sus trenzas tintineaban al compás de sus pasos. Sentía el corazón latiéndole en las alas.

O, al menos, lo intentaba.

Sus alas eran bellas… pero inestables. Cambiaban de forma, de color, incluso de textura, dependiendo de sus emociones. Ninguna de sus compañeras de edad tenía alas así. Todas sabían, o sentían, su elemento. Ella no.

Una brisa suave acarició su cuello, y por un instante, sus alas brillaron con un leve tono celeste. Pero al instante siguiente, se tornaron aguamarina. Confusas. Como ella.

—Lysiane, apresúrate —la voz de su tutora, Maestra Nyra, sonó suave pero firme—. El Velo no espera.

El Velo de la Elección se alzaba como un velo real, hecho de hilos de luz entrelazados. Más allá, ningún adulto podía acompañarla. Solo el alma y la magia guiaban el paso.

Ella tragó saliva. Dio un paso. Luego otro.

Y cruzó.

La luz la envolvió. Sintió su cuerpo flotar, y luego… nada. Silencio. Hasta que una voz, suave como agua y viento mezclados, habló en su mente:

"¿Cuál es tu verdad, Lysiane?"

Pero ella no tenía respuesta.

Solo imágenes: su madre riendo, un lago en calma, el cielo despejado… y unos ojos grises que jamás había visto, pero que le resultaban extrañamente familiares.

Y justo cuando creyó que caería al vacío…

Alguien la atrapó.