Capítulo 14

Capítulo 14: Noticia de impacto

A la mañana siguiente tomé la decisión, y se lo hice saber a mis amigos.

—Le diré a Steve que Emma es su hija.

Estábamos en la cafetería tomando nuestro almuerzo rápido. Yo acababa de sentarme porque había ido a la guardería, como hacía todos los días, a controlar si Emma estaba a gusto y si había almorzado.

—¿Estás segura, Hanna? -dijo Jimmy, dudando.

—Yo opino que está bien -agregó Sussy.

—Creo que es lo que corresponde. De todos modos no le pediré nada, ni entablaré conversación, no se preocupen. Voy, le informo y regreso a mi casa.

—¿Quieres que te acompañe? -dijeron ambos a coro.

—No, les agradezco mucho, pero lo haré sola.

—¿Cuándo irás?

—Más tarde, cuando salga del trabajo.

—¿Quieres que cuide de Emma? -ofreció Sussy.

—No Sussy, gracias. La llevo conmigo porque no me tardaré demasiado, sólo lo justo y necesario.

Y así hice. Cuando terminé de trabajar a las quince, fui por Emma a la guardería del edificio y me dirigí a la empresa We Are rogando que Steve siguiera trabajando en los antiguos horarios, por lo que a las dieciséis lo encontraría en el aparcamiento.

* * *

Aguardaba dentro de mi coche cuando lo vi salir del ascensor acompañado por la misma mujer de la noche anterior.

Me volteé y le dije a Emma, que estaba en su sillita en el asiento trasero, que me aguardara un momento. Bajé del coche y me acerqué a ellos.

—Debo informarte algo -dije dirigiéndome a Steve.

—¿Todo bien, Steve? -dijo la mujer con tono molesto.

—Sí, Amber, todo bien. Nos vemos mañana.

Él me miró con gesto severo, pero cuando me habló su voz sonaba tan dulce como la recordaba, aunque con un dejo de dolor agregado.

—¿Qué deseas, Hanna?

—Sólo… deseo cumplir con mi deber de informarte. Emma, la niña con la que me viste en el shopping, es tu hija.

Lo miré con una media sonrisa que encerraba toda la tristeza de su larga ausencia.

—Quise decírtelo antes, pero desapareciste, y creí que tenías el derecho de saberlo.

La expresión de su rostro fue indescriptible. Una mezcla de sorpresa, dolor y emoción, sumada a algún otro sentimiento que no pude descifrar.

Lo observé con infinito amor. Quise grabar en mi retina cada detalle de su rostro por si no volvía a verlo.

Entonces me volteé y regresé a mi auto, dispuesta a marcharme. Había cumplido con mi deber.

Cuando abría la portezuela, él dijo desde lejos.

—Tú desapareciste primero.

Me volteé lentamente, lo mire con el ceño fruncido, pero no respondí. No valía la pena explicar todo ahora.

Antes de que entrara al auto él ya estaba junto a mí.

—¿Por qué, Hanna?

—¿Crees que es el lugar y el momento de explicaciones? Está Emma presente.

Entonces miró hacia el asiento trasero y se dio cuenta de la presencia de mi hija. La miró turbado largo rato.

—Mami, abre por favor la ventanila.

—No Emma, ya nos vamos -dije sentándome al volante.

—Por favor.

Aunque no entendí su motivo, no pude resistirme a su súplica tierna, y abrí la ventanilla.

—Tú eres mi papá. Estás en la foto de mami. Toma -le dijo a Steve con una enorme sonrisa mientras tendía hacia él el mono rosa de peluche que Jimmy le había regalado- para que no estés tiste.

—Pero es tuyo -le respondió Steve con ternura.

—Te lo pesto hasta que no estés más tiste.

Él lo tomó aún turbado.

—Creí que… -sacudió la cabeza para despejar vaya uno a saber qué pensamientos- ¿Por qué no me dijiste antes? -agregó dirigiéndose a mí.

—¿Cuándo? -le respondí por lo bajo para que Emma no escuchara- ¿Cuando te llamé cientos de veces y no me atendiste? ¿O cuando me dejaste aquel mensaje con tu secretaria? No creo haber tenido oportunidad.

Volvió a fruncir el ceño pero esta vez su gesto era de desconcierto.

—Hablemos, por favor, Hanna. Tú decide el lugar y el momento.

—No me funciona llamar a tu teléfono. El mío sigue siendo el mismo.

Entonces cerré la portezuela, encendí el motor y me marché. Miré por el retrovisor para ver su figura de pie, en medio del aparcamiento, viéndonos marcharnos.

* * *

Me llamó al día siguiente, por la tarde.

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