17.- IRIDNA

La puerta de mi habitación se abrió. Tuve que parpadear unas cuantas veces para saber que no era producto de mi imaginación.

─¡Saúl!

Arrojé mi libreta en la cama y corrí a sus brazos. Me envolvió en un cálido abrazo. Por primera vez, me sentí protegida en mucho tiempo.

─Hola, hermanita.

Saúl era mi hermano mayor, ese el que una vez mencioné.

─¿Qué haces aquí? Mamá, no me dijo que vendrías.

─Y olvidar el cumpleaños de la princesa de la familia.

Hoy era mi cumpleaños número 23.

─Saúl, ya no tengo ocho.

Chasqueo la lengua.

─Entonces no te hará feliz la corona y el vestido rosa que he traído. Incluso traje corazones con purpurina.

─¡Saúl!

Amaba estar con mi hermano.

─Es mentira hermanita. Pero si te he traído algo que te encantará.

Sacó una agenda ─realmente no sabía porque traía abrigo si hacía un calor bochornoso─ y me la entregó.

─Es muy bonita ─esas palabras eran tan poca cosa.

No era cualquier agenda. Esta estaba personalizada. En la parte de la portada tenía mi nombre completo, mi fecha de nacimiento y una pequeña de vestido en la parte de abajo. Todas las hojas estaban adornadas por una libélula en la parte superior. Y hasta abajo mi nombre de pila.

─Sé que desde que tenías ocho años y mamá te compró ese diario en la feria supe que te gustaba escribir en una libreta todos tus desahogos. Entonces, esta vez quise darte algo que llevarás siempre contigo.

No puedo creer que mi hermano recuerde todavía eso. Era una niña.

─En verdad es muy bonita ─dije anhelante.

─¡Iridna, alguien te busca!

Mi hermano y yo nos miramos cuando escuchamos la voz de mamá.

Por un breve momento una ilusión creció en mi pecho al pensar que Félix había venido. Pero mi mente sabía que no era sí cuando dejó en claro que no era nada en especial asistir a una comida donde no habrá diversión.

Bajé dudosa no sabiendo que encontrarme, y lo vi.

─Hola, Iridna con “D” de dedo.

Y aunque debí estar aterrada por tenerlo parado frente a mí con esa sonrisa ladeada. Fue lo contrario, me sentí bien.