Capítulo 3: El Trueno o el Relámpago

Capítulo 3: El Trueno o el Relámpago

—¡Que la batalla comience! —proclamó el juez con una voz cargada de energía.

El silencio se apoderó del estadio. Zeus miraba a Thor. Thor observaba a Zeus. Ambos sabían perfectamente a quién enfrentaban. No había margen para errores. No con un oponente así.

Entonces, sin más aviso, Thor fue el primero en moverse.

El poderoso dios nórdico hizo girar a gran velocidad su martillo, Mjölnir, y se lanzó directamente hacia Zeus. —¡Zeus! Si eres tan poderoso como dices, ¡recibe esto!

Zeus mantuvo la postura firme. —¿Crees que no puedo hacerlo, niño? Tus ataques son inútiles ante mí.

El impacto fue brutal. Mjölnir, cargado con todo el poder del trueno, chocó directamente con las manos de Zeus. Un estallido ensordecedor sacudió todo el coliseo.

Los espectadores quedaron atónitos. Zeus había logrado detener el golpe de Thor.

Pero en su interior, el dios del Olimpo sintió el peso del impacto. Aunque había bloqueado el ataque, sus brazos vibraban como si se quebraran por dentro.

—No estuvo mal... para empezar —dijo Zeus mientras levantaba el pie y pateaba a Thor en el abdomen, arrojándolo hacia atrás.

Thor apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Zeus se abalanzara sobre él con un puño cargado de relámpagos, directo al rostro. Thor logró esquivarlo por muy poco.

—Zeus, estás muy viejo para esto. Será mejor que te retires antes de que acabes herido.

Las palabras de Thor retumbaron en la mente del dios griego. Su mirada se encendió con furia. —Ya lo veremos, chico... —fue todo lo que susurró.

Ambos se lanzaron al mismo tiempo. Thor, envuelto en truenos. Zeus, en relámpagos. El choque fue devastador.

Un estallido de energía sacudió la dimensión misma. Rayos y truenos golpeaban tan fuerte que los espectadores temieron por su seguridad, pero el árbitro reaccionó a tiempo.

—No está mal… Digno de este torneo. —dijo mientras erigía una barrera protectora.

Cuando la cortina de humo se disipó, el estadio contuvo el aliento:

El brazo de Zeus mostraba signos de deterioro, cubierto de quemaduras.

El martillo Mjölnir de Thor… presentaba grietas.

El público enmudeció. Thor observaba su arma, incrédulo. Zeus también estaba impresionado por el daño que había recibido.

Pero no se detuvieron. Ambos volvieron al combate, intercambiando golpes, esquivando, rugiendo con cada estallido eléctrico. Su duelo los llevó hasta los cielos, y con cada choque, el firmamento temblaba.

—Tal parece que la pelea está por alcanzar su clímax… —dijo el presentador.

Harto, Zeus invocó su poder máximo.

Nubes negras se reunieron sobre el coliseo. El cielo se llenó de relámpagos salvajes. Al mismo tiempo, Thor giró su martillo con tanta velocidad que formó un huracán de energía.

—¡Esto se acaba aquí, Zeus! —¡Tú no decides eso, niño! ¡YO lo acabaré!

Ambos ascendieron a los cielos. El trueno y el relámpago chocaron como dos estrellas colisionando. El mundo tembló.

—¡ZEUS! —¡THOR!

Gritaron al unísono, mientras una luz cegadora envolvía todo el campo. Por un momento, nadie pudo ver lo que sucedía.

El árbitro observaba con atención.

—Parece que… tenemos un ganador.

La luz se disipó lentamente. Ambos dioses estaban aún de pie, uno frente al otro.

—No estuvo mal, niño... —dijo Zeus, jadeando. —Lo mismo digo, viejo... —respondió Thor, antes de caer de rodillas, exhausto, su cuerpo destruido.

Zeus permanecía en pie, malherido, pero aún consciente.

Zeus había vencido.

—El ganador del primer combate es Zeus, rey del Olimpo. El Relámpago se alza sobre el Trueno.

La multitud estalló en vítores. Nadie pudo negar la grandeza del combate. Thor, aunque derrotado, se ganó el respeto de todos los presentes.

Zeus levantó la mano.

—Yo, el gobernante del cielo, tomaré el título de Dios Verdadero. Solo esperen… y lo verán.

Su voz, cargada de orgullo y poder, marcó el fin de una batalla legendaria. Y el inicio de muchas más.