Capítulo 13 - Sabiduría: Cuánta Sabiduría

Capítulo 13 - Sabiduría: Cuánta Sabiduría

Cada vez, este torneo daba sin fin de sorpresas... y todavía no acababa.

—¡Nuestros próximos participantes, pasen adelante!

Desde el cielo se escuchaban el batir de alas y un rugido estrepitoso que anunciaban la llegada de un nuevo participante. Cada vez se escuchaba más cerca, hasta que su forma se hizo visible: una criatura de gran longevidad, que escupe fuego y, sobre todo, posee una sabiduría milenaria, capaz de controlar la magia.

—¡Nuestro próximo participante, el gran y poderoso dragón!

Con un gran rugido, hizo temblar todo el coliseo anunciando su llegada al torneo. Todos los espectadores esperaban con ansias al oponente de esta imponente criatura. ¿Quién sería capaz de rivalizar contra un dragón, esos seres que eran vistos como dioses llenos de sabiduría y poder?

Desde la entrada opuesta se acercaba un hombre de aspecto viejo, pero con un aire de grandeza. Llevaba un parche en el ojo y avanzaba con tranquilidad hacia el centro, sin titubear ni mostrarse alertado por el dragón.

—Parece que nuestro próximo participante ya está aquí... ya conocimos a sus hijos, ahora le toca a él: ¡el padre de todos, el gobernante de Asgard! Una vez dio su ojo por la sabiduría y es un gran controlador de la magia. Un digno oponente para esta batalla. ¡Con ustedes, Odín!

La multitud ya no se sorprendía de que Odín participara. Después de ver a Thor y a Loki, sabían que él no se podía quedar atrás. Pero esta batalla era distinta: una pelea de magia y sabiduría entre dos grandes especialistas. Era muy difícil saber quién se llevaría la victoria.

Odín, con una actitud calmada frente al dragón, solo lo miró con curiosidad, mientras que el dragón lo observaba de forma arrogante, lleno de confianza.

—¡Que la batalla comience!

Odín convocó una lanza y la lanzó hacia el dragón. Era una lanza conocida por nunca fallar a su objetivo. Sin embargo, el dragón ni se inmutó; con una de sus patas tomó el ataque. Su gran armadura de escamas era tan fuerte que apenas si le hizo un rasguño.

Odín solo estaba probando qué tan fuerte era esa armadura. Con su sabiduría ya conocía mucho sobre los dragones, pero era la primera vez que se enfrentaba a uno. Tenía que medir su poder.

El dragón comenzó a inhalar aire y expulsó una gran llamarada, intentando carbonizar a Odín. Pero él convocó un escudo hecho de magia. Ambos estaban probándose el uno al otro.

El dragón atacó físicamente con sus garras, mientras Odín resistía con su escudo. El dragón continuaba atacando, buscando ver cuánto resistía el escudo de Odín, quien, mientras tanto, comenzaba a dibujar unas runas en el aire.

El escudo de Odín comenzó a fracturarse con cada golpe. Al décimo impacto, el escudo se rompió. En ese momento, Odín, con las runas que había estado escribiendo, convocó una gran tormenta en el cielo. Truenos empezaron a caer, impactando el cuerpo del dragón. Pero su armadura era muy fuerte y apenas recibía daño.

Odín se dio cuenta de que, si quería ganar, debía deshacerse de esa armadura. Dibujó una nueva runa y la mandó al cielo. Todos los truenos comenzaron a reunirse en un solo punto, formando una gran lanza de trueno. Esta descendió para impactar las faldas del dragón.

El dragón, al darse cuenta del peligro, inhaló y exhaló una llamarada aún más poderosa hacia el cielo. La llamarada y la lanza colisionaron, pero la lanza fue más fuerte, atravesándola e impactando el cuerpo del dragón. Este rugió de dolor: su armadura había sido penetrada.

Odín no perdió tiempo. Volvió a convocar su gran lanza, apuntando al punto débil que se había formado. La lanzó con gran fuerza, pero el dragón también conocía la magia. Golpeó el suelo con sus garras, haciendo que un gran muro de piedra surgiera, formando una cueva a su alrededor.

El dragón intentó refugiarse en la cueva. La lanza de Odín quedó atrapada en el muro. Odín volvió a dibujar runas y las envió al cielo. Los truenos comenzaron a caer por todo el campo, intentando destruir la cueva. Pero cada vez que la destruía, esta se reconstruía.

Odín convocó nuevamente su lanza, dibujó runas en ella y la lanzó hacia el cielo. De allí descendió una gran lanza dorada que trataba de destruir todo a su paso.

—¿Crees que podrás acabarme con eso? Ya lo veremos, Odín.

La lanza impactó en todo el campo. Un gran estallido azotó los alrededores. Nuevamente, la barrera creada por el árbitro protegió a los espectadores, ya que el impacto fue enorme.

Hasta ahora, Odín estaba en perfectas condiciones. Parecía una victoria aplastante... hasta que, de la nada, fue lanzado contra los muros del estadio.

Todos se preguntaban qué había pasado. De entre los escombros emergió un hombre de cabello largo y negro, con grandes alas, cuernos y una cola.

—Eres más fuerte de lo que esperaba, Odín. No pensé que serías capaz de traspasar mi armadura. Pero ahora veremos cómo te va con esta forma.

El dragón se había transformado en una forma humanoide con rasgos de dragón. Odín, al recuperarse, escupiendo sangre, se mostró intrigado. Aun con su sabiduría, no sabía que un dragón podía hacer tal cosa.

Su nueva forma era más pequeña, más difícil de acertar, más rápida y fuerte. Comenzó a escupir varias bolas de fuego. Odín las esquivaba como podía, recibiendo daño mientras lo hacía.

Odín recurrió a su lanza, intentando acercarse para dar un golpe directo. El dragón, con sus manos —que eran prácticamente armas—, se enfrentó a él. La lanza de Odín chocaba con las garras del dragón; cada impacto sacaba chispas.

El dragón estaba herido, pero su confianza no disminuía. Odín, con su calma característica, volvió a usar runas. El dragón exhaló otra llamarada, y Odín convocó el poder del agua, formando un muro que la detuvo.

Odín se abalanzó con su lanza, pero el dragón, con su sabiduría, anticipó el ataque y lo recibió con una gran bola de llamas, provocándole una gran herida. Aprovechando, también lo atacó con sus garras, dañando el brazo de Odín.