ITS ALWAYS SUNNY IN CALIFORNIA

Bienvenidos a Los Ángeles... Fueron las palabras que sonaron como una melodía para nuestros oídos cuando pisamos el (LAX) Aeropuerto Internacional de los Ángeles. Finalmente habíamos llegando a la ciudad global; la de la cultura, la ciencia, la tecnología, la moda, el arte, el deporte, la comunicación, el cine y toda la magia que uno pudiera imaginar.

California, donde los días siempre son soleados, donde pasaríamos una de las mejores experiencias de nuestras vidas, ya nos llamaba a gritos y corriendo salimos todos a dar el primer vistazo a la ciudad en un giro de 360°.

Emil: Estamos en Los Ángeles, ¡woohoo!

Vanessa: Definitivamente esto es real —Dijo tocando el suelo hasta tenderse en el—

Besler: Chicos y chicas, por favor no se separen de mí y tú Vanessa, levántate del suelo. Ahora nos iremos al Hotel, mi colega y amigo personal, Jeremy Mathews, ya espera por nosotros.

— ¿Alguna vez hemos imaginado esto, Michael?

— Hemos imaginado muchas cosas bebé, pero algo así yo no lo recuerdo —Sonrió—

— Ni yo.

Fuimos todos en un bus enviado por el Eling Company Ballet, hasta el Ducson Hôtel, situado a no más de 7 minutos del Aeropuerto en Lincoln Boulevard Street. Era un hermoso lugar, un hotel 4 estrellas donde definitivamente nos sentíamos casi como celebridades.

En recepción nos entregaron las llaves de nuestras respectivas habitaciones, las cuales ocuparíamos dos a tres personas. A mí me había tocado compartir habitación con Micaela y Elsa pero como Michael reservó su propia habitación, yo opté por mudarme a la suya.

— Novio, he decidido hacerte compañía —Dije ingresando repentinamente—

— ¿Acaso has leído mis pensamientos, novia hermosa? —Preguntó él tomándome de la cintura— Estaba a punto de hacerte esa propuesta en recepción.

— ¿Y porque no lo hiciste?

— No me pareció correcto.

— Há... entonces vuelvo a mi habitación si te parece que no es correcto.

— No vuelves a ningún lado, entraste por esa puerta y ahora serás mi prisionera —Susurró a mi oído—

— No puedes mantenerme prisionera.

— Claro que puedo... ¡Oye! ¿Nos damos un baño, juntos? —Propuso atrevidamente entre besos—

— Nos casaremos pronto, Michael por lo tanto guarda tus propuestas indecentes para nuestra luna de miel.

— Solo te he pedido bañarnos juntos.

— ¿Porque mejor tú no te bañas y yo te observo?

— ¿Qué dices pervertía?

— Ves... Tampoco te agrada mi propuesta.

— Ok, ya entendí bebé. Pero eso sí, no me pidas que duerma en el suelo porque es mi habitación y esta es mi cama.

— No iba a pedirte eso... Anda, ve a bañarte mientras yo desempaco.

Nuestra primera tarde y noche en Los Ángeles fueron de plena libertad para que pudiéramos explorar al menos un poco y hacer lo que quisiéramos. Claro... Siempre y cuando no nos alejáramos de territorios conocidos y no hiciéramos cosas sin previo aviso y consentimiento del maestro Besler.

En un sector del Hotel se llevaba a cabo una gran fiesta, sabrá Dios sobre qué y de quien pero desde la terraza se veía divertida y alocada.

Algunos de mis compañeros se animaron y bajaron a ver de qué se trataba y la verdad también me entró las ganas y la curiosidad pues nunca antes había estado en fiestas como esas. Bajé en compañía de Michael y observamos que tres de mis compañeros se encontraban dentro. Luego de unos cuantos minutos, un chico se acercó a nosotros y de igual manera también nos invitó a los dos a formar parte de aquella fiesta o al menos intentarlo.

Nunca habíamos presenciado algo así, de hecho caímos en cuenta que desde nuestra adolescencia jamás formamos parte de una fiesta alocada de jóvenes. Por nuestras mentes solo pasaban cumpleaños familiares o nuestras respectivas fiestas de graduación que estuvieron muy por debajo de todo lo que se generaba en ese lugar.

Mi nombre es Randall Cooper —Se presentó aquel chico y luego hicimos lo mismo— ¿Desean tomar algo?

Gina: Refresco de lo que sea está bien.

Michael: Igual yo.

Randall: ¿Refresco? ¿No Prefieren tomar otra cosa para relajarse un poco?