Capítulo 2: La muñeca (Parte II)

 La anciana curandera les advirtió sobre los peligros que enfrentarían durante el ritual de liberación.

– "Este lugar está impregnado de oscuridad y malevolencia", dijo con una mirada sombría mientras las luces parpadeaban tenuemente a su alrededor. –

–"El espíritu que habita en la muñeca es poderoso y no se rendirá fácilmente. Deben estar preparadas para enfrentar cualquier manifestación de su maldad". –

 Lucía y Carmen asintieron, decididas a seguir adelante con el ritual a pesar del ambiente sombrío que los rodeaba. La curandera les proporcionó un libro, una lista de ingredientes y preparativos necesarios para llevar a cabo la ceremonia en el conventillo.

 De vuelta en el Pasaje Maldito, la noche del ritual se acercaba rápidamente. Las nubes cubrían la luna, sumiendo al conventillo en una oscuridad aún más densa. Un viento frío soplaba por los pasillos, haciendo que las puertas crujieran y las ventanas temblaron como si algo intentara entrar.

 En la habitación de Lucía, una vela titilante proyectaba sombras danzantes en las paredes, y la tenue luz apenas alcanzaba a iluminar el ático donde realizarían el ritual. La muñeca de porcelana yacía en una pequeña mesa frente a ellas, su mirada fría e inquietante parecía seguir cada movimiento que hacían.

 Con el corazón latiendo rápidamente, Lucía y Carmen comenzaron a recitar las palabras de conjuro, siguiendo las indicaciones de la curandera. El ambiente se cargó de energía y las velas parpadearon con fuerza mientras la habitación se llenaba de una luz tenue y misteriosa.

 De repente, un ruido siniestro resonó por el ático. Era como si algo estuviera moviéndose entre las sombras, acechándolas desde la oscuridad. Lucía y Carmen se abrazaron con fuerza, sin perder la concentración en el ritual.

 A medida que las palabras de conjuro se intensificaban, la muñeca parecía cobrar vida. Su rostro de porcelana adoptó una expresión de malevolencia, y sus ojos vidriosos parecían brillar con una luz maligna.

 El ambiente sombrío se hizo más opresivo, y un escalofrío recorrió la espalda de Lucía. Pero sabía que no podían detenerse ahora. Debían completar el ritual para liberar al espíritu atrapado en la muñeca y devolverlo a su lugar de origen.

 Continuaron recitando las palabras de conjuro con valentía, enfrentando la oscuridad con determinación. A medida que la ceremonia avanzaba, el aura malévola que rodeaba a la muñeca parecía disminuir lentamente, como si el espíritu estuviera perdiendo fuerza.

 Finalmente, el ritual llegó a su clímax. Una luz cegadora envolvió la muñeca y una ráfaga de viento sacudió la habitación. Un grito desgarrador resonó en el ático, seguido de un silencio repentino.

 El ambiente sombrío se disipó, y Lucía y Carmen se encontraron en la habitación, agotadas pero aliviadas. La muñeca yacía en la mesa, inerte y sin vida. Parecía que el espíritu había sido liberado con éxito.

 Sin embargo, no podían evitar sentir que el mal seguía acechando en algún rincón oscuro del conventillo. Habían logrado liberar al espíritu atrapado, pero el mal no había sido erradicado por completo.

 Lucía se preguntaba si había hecho lo correcto al intentar liberar al espíritu de la muñeca. Tal vez hubiera sido mejor sellarla permanentemente para evitar más peligros. Pero ya era tarde para lamentarse.

 Decidieron llevar la muñeca de porcelana de vuelta al ático, donde permanecería sellada con símbolos de protección, hasta que pudieran encontrar una solución más definitiva. La curandera había mencionado que se necesitaría a un Padre o Sacerdote pertenecientes a la iglesia para enfrentar completamente al espíritu malévolo.

 Al sellar nuevamente la caja con la muñeca, Lucía sintió una sensación de alivio. Sabía que aún había peligro y que el mal seguía rondando el Pasaje Maldito, pero al menos habían dado un paso importante hacia la liberación del espíritu atrapado.