Capítulo 33: Revelaciones Oscurecidas

 Atrapado en esa oscura habitación del conventillo. Había caído en una trampa, y mi mente se llenó de preocupación por el destino de Carmen y Lucía.

 Martina, que ahora mostraba una sonrisa perturbadora en su rostro, no era la niña que había conocido. Las sombras la habían corrompido, convirtiéndola en un títere en su macabro juego. Me preguntaba cómo habían logrado controlarla de esta manera.

 El Pasaje Maldito seguía ocultando secretos oscuros, y me encontraba en el centro de esta pesadilla. El tiempo pasaba lentamente, y cada momento de incertidumbre me hacía sentir más vulnerable.

 Pero no podía quedarme inmóvil. Me acerqué a Martina con cautela y traté de hablar con ella, de romper el influjo de las sombras sobre su mente. –Martina, por favor, lucha contra esto. Las sombras no son tus amigas. Carmen y Lucía están en peligro, y necesitamos ayudarlas–.

 Martina se rió de manera espeluznante, sus ojos brillando con una malevolencia que me heló la sangre. –Ya no hay vuelta atrás, Padre. Las sombras han visto tus debilidades. Ellas saben lo que deseas y lo que temes–.

 A pesar de sus palabras amenazantes, seguía hablando con ella, tratando de encontrar un resquicio en su mente que no estuviera bajo el control de las sombras. Mientras tanto, mi preocupación por Carmen y Lucía crecía con cada segundo que pasaba.

 De repente, Martina se detuvo y miró hacia una esquina de la habitación. Una risa siniestra resonó en el aire, y una figura oscura emergió de las sombras. Era Carmen, pero su expresión era la de un títere controlado por fuerzas oscuras.

 Me encontraba atrapado entre dos niñas, ambas corrompidas por la malicia de las sombras. Las lágrimas llenaron mis ojos mientras me enfrentaba a una realidad aterradora. El Pasaje Maldito ocultaba secretos insondables, y no tenía claro cómo podría liberarme de esta pesadilla.