Capítulo 5

Capítulo 5: Lucas B.

Camino con las manos arriba sosteniendo el teléfono, para poder tener una mejor señal de internet. Bajo mis brazos rendido al no poder hacer que el video cargue completamente, me quito la camiseta, porque otra vez estaba comenzando a sudar a pesar de que recién había terminado de ducharme.

Tiré el teléfono en la cama y me siento sobre el piso con la espalda apoyada en la pared; miro hacia la ventana y el sol ya se había escondido, al parecer había comenzado a llover; sonreí, era de esas personas que encontraba paz e inspiración en esas pequeñas gotas de lluvia, por muy pequeña que sea esa gota, esta ha tenido un largo viaje durante mucho tiempo, pero el hecho de que caiga en el suelo, no quiere decir que su viaje terminó, porque luego se evapora y vuelve a realizar ese largo camino con la esperanza de no volver a caer en el mismo lugar, lo sorprendente es que nunca cae en el mismo lugar. Puede caer en el lugar más impuro y desastroso, pero sabe que de ahí va a salir para volver a viajar y quiero creer que en estos momentos estoy teniendo un viaje largo y duro de una pequeña gota, quiero ser una gota que saldrá de esta para volver a tener su largo viaje.

Me repetía una y otra vez que no debería de preocuparme por lo que esté diciendo mi ex en las entrevistas que está realizando, debería tener paciencia y esperar que todo se calme, pero por más que lo pienso, solo podía llegar una sola solución y es mostrarme al público y desmentir todo lo que estaba diciendo, pero nadie me creería, ni siquiera mis padres podrían creerme.

Unos golpeteos se escuchan a lo lejos y no les presto atención, quizás sea algún vecino que quiere saludar y no estoy con los ánimos suficientes para poder enfrentar a nadie. Los golpeteos se vuelven más insistentes, me quedé inmóvil respirando lo más lento que podía, rogando que no se oiga nada y se puedan marchar, pero lo que estaba haciendo era en vano porque se volvían más insistentes, grito ante la desesperación de la insistencia, logrando así que cese los golpes en la puerta, camino por la habitación buscando las sandalias, pero no las encontraba, busco debajo de la cama y nada. Salgo corriendo hacia el primer piso sin sandalias, saltándome los escalones para no hacer esperar más a la persona que insistía en la puerta.

Muchas veces he pensado que si vivimos en una misma ciudad, eso no te asegura que nos hayamos cruzamos alguna vez, porque pienso que algunas personas somos como las líneas asíntotas, que podríamos frecuentar los mismos lugares, tener los mismos gustos e incluso tener los mismos pensamientos, pero mientras sigamos en este mundo estamos destinados a estar cerca hasta cierto punto pero no se nos permite cruzar nuestros caminos, porque así se estableció; pero así como hay personas asíntotas, también podríamos encontrar personas paralelas, aquellas que son rectas, que nuestros caminos ni siquiera se podrían acercar ni de casualidad, pero que están en el mismo perímetro que nosotros, pero por lo recto de nuestros caminos, se nos es imposible encontrarnos; en esos dos grupos de personas podríamos encontrar nuestras almas gemelas, el amor de nuestras vidas o la razón de nuestra existencia, pero eso jamás podríamos saberlo.

Eso no es todo, porque al final están las personas tangentes, que se encuentran en sus caminos una sola vez en su vida y nunca más vuelven a encontrarse, al menos eso creí hasta este momento, porque tenía frente a mí  la persona que pensé que solo se convertiría en esa historia mal contada de las tangentes.

Su cabello y su ropa estaban empapadas del agua de la lluvia, aquel cabello negro azabache estaba adherido a sus mejillas y podía notar que su respiración estaba agitada, pero esta vez ya no era por el llanto; la tenía al frente de mí, aquella mujercita que me encontré lejos de estas tierras y que pensé que jamás la volvería a ver.

–Buenas noches, vecino – subió el último escalón, sonrió y con ello un gran relámpago iluminó el cielo, para dar paso unos segundo después a un gran trueno que la hizo trastabillar hacia atrás.

Con rapidez, saliendo del asombro la sujeté de su cintura y con fuerza la atraje hacia mi cuerpo para que no se caiga sobre la tierra mojada.

El susto del momento se esfuma de mi cuerpo y puedo sentir sus manos mojadas sobre mi pecho y la humedad de sus ropas en mi abdomen; ella se alejó de mí con rapidez y me agradeció en un susurro.

Con un ligero carraspeo comenzó a pedir disculpas por el momento, al parecer no me reconocía y no sabía quién era yo, lo cual me tranquilizó, pero no del todo.

–Quería saber si tenía baldes grandes que me pueda prestar, porque tengo unas goteras enormes en el techo de mi casa que no creo que me dejen dormir esta noche – sonrió y respiró hondo por falta de aire. 

Aquello me hizo sonreír y asentí, tenía baldes grandes en una habitación pequeña y no sabía la razón por la que las habían puesto ahí, luego le preguntaría a mi manager.

–Solo será momentáneo, hasta que lo arregle mañana – sonrió un poco nerviosa.

–No te preocupes – sentí el aire frío contra mi cuerpo y entendí el porqué de su nerviosismo – Ingresa, ahorita vuelvo.

Subo con rapidez y me pongo la camiseta que me había sacado antes, al bajar las escaleras la encuentro mirando el techo de la sala y al notar mi presencia baja su cabeza un poco avergonzada.

–Los baldes que tengo son de diferentes tamaños, no sé qué tan grandes los querrás.

–Lo suficiente como para poder pasar la noche.

La guie hasta la habitación pequeña donde había baldes entre otras cosas; teniendo en cuenta el tamaño de estos, ella no podía llevarlos sola, por lo que le propuse ayudarla, aunque se negó constantemente, pero al final aceptó mi ayuda cuando el tamaño de estos no dejó que los levantasen.

Al entrar en su hogar, pude notar la gran diferencia que había entre su casa y donde yo me estaba quedando.