Capítulo 25

Capítulo 25: Clara K.

Durante dos días, el pueblo estuvo muy unido, fue bueno ver como Lucas interactuaba con los demás pobladores, porque de esa manera su preocupación pasaba a segundo plano por unos instantes.

La situación me tenía intranquila por todo el estrés que le provocaba a él, era consciente que ahora se preocupaba mucho más porque no quería que yo me viera afectada en esto, y se lo agradecía, pero lo que más me importante era que su inocencia salga a la luz.

Los pobladores se acercaron a él preguntándole lo más mínimo, como qué cosas había en el centro de la ciudad, incluso eran sabedores que él era escritor, ya que en una breve charla lo mencionó.

Ahora todos podíamos ver televisión con normalidad, todos estaban alegres y felices, tenían algo que mirar por las noches, dejarían de utilizar la radio, recuerdo como Carmina se emocionó al ver las imágenes por la pantalla de la tv.

El último día de instalación del cableado, Carmina nos invitó a Lucas y a mí a cenar junto a su viejo, como ella lo llamaba. El café no faltó en esa mesa y la conversación se alargó hasta la madrugada.

Pude saber que “el viejo” se llamaba Guillermo y era amigable, no un cascarrabia como parecía. Me habló de mi madre, me alegró saber un poco más de ella desde una perspectiva que no sea solo de mi padre; Guillermo mencionó que ella era muy inteligente, fue parte del grupo de fútbol de la escuela y campeonó una vez; mencionó también que mi madre era “la muchacha de las tortas”  y ahí fue que entendí que ese amor que tenía por la repostería era debido a mi madre.

Lucas por su parte hablabó con Carmina y no supe de lo que hablaron; al terminar ese día regresamos a casa y al pasar por la que estaban construyendo, se posicionó detrás de mí, poniendo sus manos sobre mi vientre, se agachó un poco para que sus labios queden a la altura de mi oído.

— ¿Sabes qué es lo que más anhelo? — negué.— Que contigo quiero tenerlo todo.

Pongo mis manos por encima de las suyas presionándolas un poco y sonrío, podía sentir cómo se instalaba el calor en mi pecho, ocasionando que mis lágrimas se asomaran y me vi obligada a cerrar y abrir los ojos intentando controlarlas.

— Estás tan callada — musita — ¿Sorprendida preciosa?

— No — respondí con voz temblorosa.

Lucas se posiciona frente a mí y sostiene mi rostro mirándome con adoración, removiendo esos muros que tanto intenté construir para que nada me afectara, para que nadie pudiera ingresar a mi vida.

— ¿Por qué lloras? — intento bajar la mirada, pero me lo impide — Preciosa, dímelo, no te calles.

— Yo… aún no puedo creer que tenga tanta suerte de tenerte en mi vida.

Las lágrimas se deslizan por mis mejillas.

— Clara, no tienes la menor idea de la suerte que yo tengo de que tú seas parte de la mía y si tan solo supieras lo que provocas en mí, te juro que te sorprenderías.

Besa mis lágrimas, secándolas y al final me da un largo beso en la frente.

— No quiero ser parte solamente de tu vida, también del pequeño que llevas en tu vientre; Clara, permíteme ser parte de sus vidas. — rodeo su cintura con mis brazos — Acéptame, quiero que esto no sea solo pasajero, quiero tenerte para la eternidad.

— Dios… yo… no sé qué decirte — sonríe levemente — Lucas, la respuesta es obvia.

— Lo sé, soy consciente de eso mi amor. — besa mis labios, sonriendo en el proceso. — Solo quería que lo supieras, que seas consciente y que nunca lo dudes.

Lo abrazo y él besa mi cabeza, retomamos nuestro camino, ingresamos a casa.

— ¿Cómo vas con tu historia? — pregunto, mientras me sirvo un vaso con agua para tomar mis pastillas.

— Ya tengo los personajes, aunque ya lo avancé, aún falta mucho. — se acerca y me abraza desde atrás — ¿Quieres leer el avance?

— No — niego y me rio — Esperaré a que se termine, aunque no me niego a la idea de que me lo cuente.

— Muy astuta, pero no. — besa mi cuello. — ¿Irás a bañarte?

Asiento.

— Estoy muy cansada, estar de pie todo el día me ha matado

— Pero te has divertido, de eso no hay duda. Báñate primero, después lo haré yo. Estaré arriba.

 Asiento y se aleja dejándome sola, guardo el vaso en su lugar y sigo hasta mi habitación, enciendo la luz y me percato que encima de la cama había un pequeño paquete color violeta con un moño blanco. Me acerco y me doy cuenta que era un regalo, cabía en mi mano y era de forma rectangular; me siento en la orilla de la cama y sonrío mordiendo mi labio.

Al abrirlo lo primero que encuentro es un papel doblado y una cajita de chocolates. Abro el papel, tenía algo escrito a puño y letra.

“No hay mejor forma de agradecerte por acompañarme, estos pequeños chocolates son una demostración del amor que te tengo. Disfrútalos.”

-          Lucas B.

Sonrío y abro la cajita de chocolates, sostengo una sobre mis dedos y el olor solo hace que la boca se me haga agua. El sabor era exquisito, y aún con la alegría en mi corazón me levanto dispuesta darme una ducha larga.

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POV: Lucas B.

Los problemas con Ainhoa cada vez eran más estresantes, su papel de víctima no lo dejaba ni un segundo y lo que más me enojaba es que las personas no se pudieran dar cuenta de ello. Ya me estaba cansando de toda la situación y aunque no quisiera admitirlo, debía de involucrarme y mantenerme informado en el caso, no podía dejarlo todo a mis abogados, Clara tenía la razón.

Durante toda estas semanas, he estado en constante comunicación con Roger, mis abogados y muy poco con Lorena, ya que, con la última noticia de ella supuestamente embarazada, le ha ocasionado problemas con su actual pareja y es algo que menos quiero.

 Mis abogados, me recomendaron que lo mejor sería volver a Lima, y que tenía que estar preparado para cualquier cambio que tome la investigación, ya que al anuncia que Ainhoa tuvo un aborto, es muy probable que le aconsejen en cambiar la denuncia y denominarlo como tentativa de homicidio, ya que par tener que llegar al punto de tener un aborto, es porque los golpes que alega, fueron muy fuertes al punto de ser hospitalizada, pero eso ella aún no lo ha mostrado y esperemos que no lo haga, porque es un punto vacío que podemos aprovecharnos.