Capitulo 38 - Karen Romanov (parte dos)

Jadeo con desesperación, sintiendo que el aire me falta, mis pulmones se contraen en un espasmo involuntario. Estoy siendo sacudida con fuerza, mis sentidos están al límite, y Grayson me agarra con desesperación, llamándome con voz quebrada. Sus palabras suenan distantes, pero sus manos son firmes, aferrándose a mí como si fuera lo último que le quedara. El calor de su cuerpo me quema, pero en mi mente, todo está en caos.

Lo miro fijo, pero sus ojos, aquellos ojos que solían ser un refugio seguro, ahora son solo un mar de confusión y angustia. De repente, algo dentro de mí hace que me aparte de él con un golpe brusco. Mi respiración se vuelve más errática, más difícil de controlar. Miro frenéticamente a mi alrededor, buscando alguna respuesta, pero todo lo que veo son sombras, vampiros que se mueven lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido, y yo, atrapada en medio de algo que no entiendo.

Mi pecho se aprieta, y mis manos tiemblan mientras las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas. Son tantas, tantas que parece que no puedo controlarlas. Me siento perdida, sin rumbo, sin poder entender lo que está pasando. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué todo parece tan extraño? El dolor en mi pecho es tan intenso que siento como si mi alma estuviera siendo desgarrada. ¿Qué pasa? No comprendo nada, ni lo que sucede, ni por qué Grayson está tan fuera de sí, ni siquiera por qué yo estoy tan rota por dentro.

Mis ojos se mueven rápidamente entre las figuras que me rodean, pero es él, Eren, quien captura mi atención. Está parado allí, mirando al vacío con una expresión perdida. Sus ojos, antes tan llenos de vida, ahora están completamente cristalizados. Un brillo extraño emana de ellos, como si su alma se hubiera desvanecido, dejando solo un cascarón vacío. Siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal. No puedo dejar de mirarlo, como si sus ojos me atraparan en su angustia.

Esos ojos, esos ojos negros, profundos, oscuros, brillan con lágrimas que caen incesantes, una tras otra. Y mientras los observo, el dolor en mi pecho se intensifica. Hay algo en su mirada, algo que me hace sentir una conexión inquebrantable, como si en su sufrimiento, pudiera ver mi propio reflejo. Pero no entiendo. No entiendo por qué todo esto está sucediendo, ni qué significa, ni por qué Eren está tan quebrado, tan distante, como si estuviera atrapado en una tormenta interna de la que no puede escapar.

Mi mente gira a toda velocidad, buscando respuestas, pero todo lo que consigo es más confusión. Estoy atrapada, atrapada en este lugar extraño, rodeada de seres que no comprendo, con mi corazón desbordado por la angustia. Y mientras mis lágrimas siguen cayendo sin control, siento una sensación de vacío, como si estuviera perdiendo algo que nunca pude entender, pero que ahora, de alguna manera, me define.

—¿Qué está pasando? —susurro entre sollozos, pero las palabras no tienen respuesta. Ninguna de las sombras, ni los vampiros, ni Grayson, ni Eren me la da. Solo el eco de mis propias dudas resuena en mi mente.

" Ahora estoy en un hospital, rodeada por un caos indescriptible. El zumbido de las luces fluorescentes, el constante sonido de pasos apresurados, y el ruido lejano de conversaciones de médicos y enfermeras me golpean los sentidos. Todo está borroso y confuso, mi mente lucha por procesar lo que está sucediendo. ¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo terminé en este lugar? Yo estaba en el bosque, en un instante estaba en medio de la naturaleza, rodeada de árboles y un aire fresco, y al siguiente… aquí, entre estas paredes blancas y frías que parecen devorar todo a su alrededor.

Miro a mi alrededor, buscando alguna pista, algo que me haga entender cómo he llegado hasta este punto, y es entonces cuando la veo. Esa mujer que se parece a mí, la misma mujer de los recuerdos que aún me acechan, la que tiene mis rasgos, mi cara, pero que no soy yo. Está siendo trasladada rápidamente por un grupo de enfermeras hacia un cuarto de emergencias. La angustia en su rostro es palpable, y me invade un sentimiento inexplicable de desconcierto al verla en ese estado. Está en trabajo de parto, ¿prematuro? No puedo evitar pensar en lo que podría estar sucediendo, pero una parte de mí no quiere enfrentar esa realidad. Su rostro pálido y sudoroso refleja el dolor que debe estar sintiendo.

Grayson está junto a ella, sosteniéndole la mano con tal fuerza que me sorprende. Su expresión es de preocupación, pero también de esperanza, como si estuviera esperando un milagro. Pero entonces veo a Arturo y Francheska. Ambos están siendo retenidos por unas enfermeras, intentando abrirse paso, gritando y llorando, suplicando que los dejen entrar para estar con ella. El caos aumenta. Mi respiración se acelera al ver la desesperación en sus rostros. Quiero ir a ellos, quiero entender lo que está pasando, pero estoy paralizada, como si mi cuerpo no respondiera.

Finalmente, después de lo que parece una eternidad, llega el momento en que la mujer comienza a entrar en trabajo de parto. Las puertas del cuarto de emergencias se cierran de golpe, y todo se queda en silencio, como si el hospital hubiera detenido su marcha, esperando que todo se resolviera en ese instante. Han pasado casi seis horas desde que llegué aquí, y el tiempo parece haberse dilatado, volviéndose algo intangible, un vacío que me consume. No sé dónde estoy. La gente pasa a mi alrededor, pero nadie parece notar mi presencia. Estoy aquí, en medio de todo, pero me siento invisible, como un espectro entre la multitud, incapaz de encontrar un lugar donde encaje. Mis ojos no logran enfocar nada con claridad, mi mente está a la deriva.

Poco después, Grayson sale del cuarto. Al verlo, algo dentro de mí se detiene. Su rostro, antes cargado de preocupación, ahora está iluminado por una gran sonrisa. Hay una chispa de alegría, una emoción palpable en sus ojos que, por un breve momento, parece devolverle algo de humanidad. Se acerca a nosotros con la misma sonrisa que de alguna manera me desconcierta, porque no sé si debería sentir alivio o un vacío aún más profundo.