RELATO CORTO: DEMUÉSTRAMELO (PARTE 3)

A la mañana siguiente, me desperté con los rayos de sol acariciando mi rostro, olvidando por un instante que Mateo estaba a mi lado, abrazado a mí, hasta que me giré y lo vi. Aún dormía y me quedé observándolo en silencio y todavía preguntándome como era posible que alguien hubiese esperado tanto tiempo por mí sin rendirse.

Con mucho cuidado, traté de moverme despacio para no despertarle, pero él entreabrió los ojos apenas hice el más mínimo gesto.

- Buenos días – susurró, todavía con la voz adormilada

- Buenos días – contesté, sintiendo un calor extraño en el pecho.

No sabía qué hacer ni qué decir. Siempre había creído que las mañanas después de compartir cama con alguien tenían que ser incómodas o repletas de silencios, pero con Mateo no era así. Me sentía…tranquila, segura. Y eso me asustaba.

- ¿En qué piensas? – me preguntó, al notar que me había quedado muy callada.

- En que no quiero equivocarme – admití, en voz baja.

Mateo tomó una de mis manos y la apretó suavemente.

- Si te equivocas, lo hacemos juntos. Nadie te va a juzgar, y menos yo.

Sus palabras me hicieron sentir un escalofrío. Había sinceridad en cada una de ellas, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que quizás no todos los hombres eran iguales, y que el amor podía no ser esa mentira que había visto tantas veces destruirse a mi alrededor.

Sin pensarlo demasiado, me acerqué a él y lo besé, despacio, con torpeza, y él me respondió con calma, como si supiera que yo todavía necesitaba tiempo para comprender lo que estábamos construyendo.

Cuando nos separamos, le dije:

- Te prometí que te dejaría enseñarme lo que es el amor. Creo…que estoy empezando a entenderlo.

Mateo sonrió, y supe que ese solo era el principio de algo que aún no alcanzaba a comprender del todo.