RELATO CORTO: "DEMUÉSTRAMELO" (PARTE 5)

Las semanas pasaron de tal forma que Mateo se había vuelto parte de mi rutina. No porque me obligara a estar con él, sino que simplemente era como si hubiese estado destinado a caminar a mi lado.

Ese día era un sábado por la noche y Mateo me había invitado a dar un paseo por la ciudad. Las calles estaban iluminadas por las luces, y había mucha gente, pero yo solo era consciente de él. Caminaba a mi lado con esa tranquilidad suya que era tan característica de él. Lo miré de reojo y me descubrí a mí misma sonriendo sin motivo alguno, y justo después me invadió una sensación extraña: ya no sentía miedo, sino algo cálido.

- ¿Por qué sonríes? – me preguntó con curiosidad.

Me quedé callada unos segundos, decidiendo si decírselo o no. Siempre había creído que expresar mis sentimientos era entregar mi vulnerabilidad, sin embargo, con Mateo era diferente.

- Porque creo…creo que por fin empiezo a entender lo que significa estar enamorada – confesé por fin, en un susurro

Él se detuvo de golpe y su mirada buscó la mía, como si necesitara asegurarse de que había oído bien.

- ¿Lo dices en serio? – preguntó con una mezcla de sorpresa y emoción.

Asentí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza

- No quiero prometer nada que no sé si podré cumplir. Pero sé lo que siento ahora, y es por ti. Y por primera vez no me asusta tanto.

Mateo sonrió, y esa sonrisa me hizo entender lo que siempre había sospechado: que su paciencia, su ternura y su forma de quererme sin límites era la prueba de que no todos los hombres eran iguales.

Me cogió suavemente de la barbilla y me besó despacio, como si lo hubiera esperado durante años.

Cuando nos separamos, dije en voz baja:

- Gracias por enseñarme que en amor no siempre duele.

- Gracias a ti por dejarme hacerlo – respondió, con la voz temblorosa por la emoción.

Y a partir de ese momento supe que lo que sentía por él había dejado de ser miedo y se había convertido en verdad.