Capítulo 5: Alex, el dinosaurio y los celos disfrazados.

—¿Estás segura de que este es el tipo que te ayuda con los trabajos? —preguntó Cody desde la cocina, mientras se preparaba un café… por cuarta vez en menos de una hora.

—Sí, amor. Lo hemos hecho juntos desde el semestre pasado —respondí sin apartar los ojos de la mesa, donde acomodaba apuntes, libros y mi portátil.

—Ajá —murmuró, como si no le convenciera nada.

Zoe apareció desde el pasillo, masticando una manzana y observando la escena como si fuera un episodio de su serie favorita.

—Esto va a estar bueno —dijo en voz baja, y se dejó caer en el sofá como quien no quiere perderse el drama.
Colyn corrió por el pasillo con su dinosaurio en la mano, gritando cosas inentendibles como:

—¡Mii dino no quiereee! ¡Grrrraaa!

Le acaricié la cabeza al pasar.

—Colyn, mi amor, vamos a portarnos bien, ¿sí?

—¡Nooo! No 'guta ese nene… —frunció el ceño y abrazó su peluche con fuerza.

Me aguanté la risa. Al parecer, incluso mi hijo estaba alineado con su papá en esto del Club Antialex.

En ese momento, sonó el timbre.

Respiré hondo.

—Por favor, compórtense —les pedí a todos, en general.

Fui a abrir.

—¡Ey! —saludó Alex con su sonrisa de siempre y una carpeta en la mano—. Traje chocolate. Dije: si vamos a sufrir editando, al menos que haya azúcar de por medio.

—El chocolate siempre es bienvenido —le sonreí, haciéndolo pasar.

Cody apareció justo en ese momento, fingiendo que pasaba por ahí de casualidad.

—Hola —dijo con la voz un poquito más baja de lo habitual, mirando a Alex como si fuera una amenaza nacional.

—Hola, Cody. ¿Qué tal? —respondió Alex, amable como siempre.

—Ocupado. Mucho trabajo —y dio un sorbo exagerado a su café.

Alex levantó las cejas, pero no dijo nada más.

Nos sentamos en la mesa, abrimos el portátil y empezamos a revisar el proyecto de edición.

Todo iba más o menos bien hasta que Colyn se acercó gateando (porque hoy, al parecer, era un dinosaurio otra vez), se subió a mi pierna, me miró con el ceño fruncido y dijo con voz de protesta:

—Nooo... no nene. ¡No nene má!

Alex soltó una carcajada.

—Wow. Creo que acabo de ser rechazado oficialmente.

—No te lo tomes personal —dije entre risas—. Hoy amaneció territorial.

Zoe desde el sofá gritó:

—¡Tiene a quién salir!

Y Cody carraspeó tan fuerte que pensé que se iba a atragantar con el café.

Después de una hora de trabajo y guerra silenciosa de miradas entre Alex y Cody, el ambiente ya no se podía llamar precisamente… relajado.

Cuando Alex se despidió, le di un abrazo rápido en la puerta.

—Gracias por venir, avanzamos bastante.

—Sí, estuvo genial. Y tu dinosaurio es un personaje —me guiñó un ojo, mirando a Colyn que lo observaba con sus ojitos llenos de sospecha desde detrás del sofa

Cerré la puerta y al darme la vuelta me topé con Cody de brazos cruzados.

—¿Te guiñó un ojo?

—¿Qué? No —me encogí de hombros, quitándole importancia.

—Sí que lo hizo.

—¡Cody!

—Es un dato, no una queja —dijo, alzando las manos—. Pero si ese dato se repite, voy a hablar seriamente con tu compañero.

—¿En qué idioma? —pregunté, alzando una ceja.

—En idioma novio de Anny —contestó, y me atrapó por la cintura.

—Celoso —murmuré.

—Totalmente —dijo antes de besarme.
Colyn se asomó desde la sala, aún con su dinosaurio en la mano, y gritó:

—¡Nooo beso, nooo! ¡Bleeeh!

Nos separamos entre risas.

—Está bien, dino. Solo un beso de buena noche.

—No bobo beeeeso —dijo, con una risita traviesa, escondiéndose detrás del sofá.
Nos separamos entre risas.

—Está bien, dino. Solo un beso de buena noche.

Y mientras Cody lo cargaba para llevarlo a dormir, pensé que la vida era eso: un poco de celos, muchas risas… y mucho, muchísimo amor.