CAPITULO 32: Un nuevo pacto, una nueva estrategia

El alivio de tenerla de vuelta era una corriente eléctrica recorriéndome el cuerpo. Después de esa conversación en medio de la Semana Cultural, mi mente no podía asimilarlo. Estábamos juntos de nuevo, pero la amenaza seguía ahí, latente. Sentí que, si quería salvar esto, tenía que ser más listo que todos.

Nos apartamos del ruido, y solo podía pensar: No podemos caer en lo mismo. La alegría era inmensa, pero el miedo no se iba. La estrategia tenía que cambiar por completo.

Me dije a mí mismo: El plan ya no es esconderse por completo, porque eso nos volvió locos y nos separó. La nueva estrategia es volvernos invisibles a la vista, volviéndonos aburridos. Teníamos que simular que ya no había nada.

En la escuela, decidimos que si nos veían, sería solo por "casualidad" o porque estábamos en el mismo proyecto. Nada de miradas largas, nada de besos robados. Seríamos rápidos, como si la buseta nos estuviera esperando. Exteriormente, seríamos solo conocidos, educados.

Pero las noches... las noches serían solo nuestras. Ya no tenía los entrenamientos; el fútbol se había ido. Me di cuenta de que mi energía ya no iría a la cancha, sino a construir nuestro futuro. Mi tiempo sería para estudiar, para ser alguien que, si en un futuro te veían conmigo, no te pudieran decir nada.

Y el pacto más importante, el que salvaba mi alma: Nunca más el silencio. El silencio de esos tres meses nos había matado. Le prometí que si había un problema, por pequeño que fuera, lo hablaríamos de inmediato. No importa el riesgo, el dolor de la incomunicación era peor que cualquier castigo de tus padres.

Sentí una paz inmensa. Ya no era un simple noviazgo; era una alianza, un plan de escape. Mi rodilla sanó, pero mi verdadera sanación estaba en esa promesa. Estaba decidido a enfrentar lo que viniera, porque sabía que esta vez, lucharíamos juntos.