Capítulo 16

El Quinto choque

En mi última guardia, todo parecía transcurrir con normalidad; pensé que no habría tantos accidentes ese día. Sin embargo, observé cómo traían a una joven en una camilla; su pecho estaba abierto y podía distinguir claramente las heridas de su corazón.

—¡Quiere cambiar!— gritó alguien.

No comprendí el significado de aquellas palabras y, por ende, no les otorgué la importancia que merecían. Cuando intenté acercarme para ofrecer mi ayuda, nadie parecía escucharme. Desesperada, me colocaba frente a los médicos que, en algún momento, fueron mis compañeros, pero ellos no me veían.

—¡Rápido, a la sala de operaciones! — escuché.

Presencié cómo trasladaban a la joven; resignada, no hice nada más que observar con atención cómo la atendían.

Me percaté de que muchos actuaban con celeridad porque en unas horas concluirían su turno; otros simplemente lo hacían porque era parte de su labor. Nadie parecía experimentar lo que aquella chica en la camilla sentía.

Vi cómo intentaban revivirla; sin embargo, ya era el tercer choque y ella continuaba sin vida.

Al acercarme, comprendí algo desgarrador: yo era la joven de la camilla y estaba muriendo. Traté de evocar tu imagen, al menos recordar el color de tus ojos, pero todo se desvaneció con la llegada del quinto choque.

Entonces me encontré sentada en mi cama, sumida en un abismo de pensamientos vacíos. No había ingerido alimento alguno; solo un recuerdo consumía mi alma. Sentía mi pecho arder por los choques; mis ojos ardían y las lágrimas se negaban a descender, lo cual intensificaba mi desesperación.

En el quinto choque comprendí que estaba muerta y que nadie había intentado desesperadamente reanimarme. Nadie deseaba mi presencia allí; así que decidí marcharme... desaparecí.

Fue en el quinto choque cuando me di cuenta de que estaba sola.