Luces de neón

Dafne tiene las ideas muy claras: está dispuesta a hacer todo lo posible para conseguir una matrícula de honor en su Trabajo de Fin de Grado. Estudia la carrera de sus sueños y su talento para crear esculturas que parecen salidas del mismísimo Museo del Vaticano es innegable. Sin embargo, tiene un problema, ya que cuando se pone a trabajar en lo que será su último proyecto del curso, los resultados siempre la decepcionan porque su conocimiento de la anatomía masculina es reducido.
Su última opción es demasiado arriesgada, pero si no lo hace, es muy probable que termine suspendiendo.
Los recuerdos que guarda de aquel chico que la besó bajo las luces de neón son su único salvavidas. Su cuerpo, sus manos, sus labios y su mirada lo convierten en el modelo perfecto.