Capítulo 33

​El tiempo pareció detenerse en la oscuridad opresiva de la cámara. Lyra acababa de atrapar a Elara, y Kael había lanzado la Rosa de Cristal cargada con energía solar pura.

​La pequeña joya golpeó el pecho de Elara. No fue un acto de curación; fue la Transferencia Catalizadora final y más desesperada. Elara absorbió la energía solar de la rosa y la combinó con la niebla dorada de su propia Curación de Esencia agotada.

​El poder se invirtió por completo. La niebla se convirtió en un rayo de luz blanca y abrasadora, una fuerza que no era solo purificación, sino también destrucción.

​El rayo impactó el núcleo de obsidiana y a Lyra simultáneamente.

​Lyra gritó, un sonido que vibró a través de la piedra. Su magia, que había sido neutralizada antes, ahora fue pulverizada. La luz no la mató, pero la despojó por completo de su capacidad de Transferencia, rompiendo su conexión con la magia y la voluntad. La Alta Sacerdotisa se desplomó, reducida a una sombra impotente.

​El núcleo de obsidiana, golpeado por la fuerza total de la Sagrada Transferencia, se fracturó. El dolor acumulado de los Consagrados fue liberado en una explosión ensordecedora de energía pura y libre. Las figuras en las paredes se despertaron, liberadas de su trance, mientras la propia Ciudad Flotante comenzaba a temblar violentamente.

​"¡Elara! ¡Tenemos que irnos! ¡La torre está cayendo!" gritó Kael.

​Elara corrió hacia Kael. Los dos sabían que habían activado una reacción en cadena. Habían liberado a cientos de personas, pero ahora estaban atrapadas.

​"¡La entrada! ¡La pared de agua!" gritó Kael, guiando a Elara a través del caos, evitando los escombros.

​Llegaron al túnel, donde el Centinela purificado y Darío esperaban. Los Consagrados liberados, aunque débiles, comenzaban a moverse hacia la salida.

​La Traición Vengada: Kael se detuvo un momento. Varen, su primo, estaba intentando escapar, arrastrándose entre los escombros.

​"¡Varen!" gritó Kael.

​Kael se dirigió a él y lo inmovilizó. No por venganza, sino por estrategia. "Dile a Sorina que la misión ha terminado. La guerra no es necesaria. Dile que La Sagrada Transferencia es la verdad que ambos Reinos necesitan. Y dile que yo... he elegido mi bando."

​Kael dejó a Varen atado e inconsciente, un mensaje envuelto en un lazo de magia.

​Elara, Kael, Darío, el Centinela y el resto de su pequeño equipo escaparon por el agujero en la pared de agua, justo cuando la Ciudad Flotante se hundía en el mar con un rugido ensordecedor.

​Regresaron al barco en silencio. Habían ganado una batalla, pero habían perdido su hogar.

​Kael se paró en la proa, viendo cómo el sol se alzaba, iluminando el lugar donde había estado la Ciudad Flotante.

​"Lo conseguimos," dijo Elara, abrazando a Kael por la espalda. "Hemos liberado a Áuryn."

​Kael se giró, su rostro lleno de una emoción compleja. "Sí, pero mira mi uniforme, Elara. Acabo de destruir el activo militar más importante de mi Reino, he atacado a un Comandante y he liberado a los enemigos jurados del Sol. Ya no soy la Comandante Kaelen de la Guardia del Sol."

​Kael se quitó el emblema solar de su uniforme, arrojándolo al mar.

​"Mi madre me sentenciará a muerte. La Runa de Seguimiento de su magia no me permite volver a Veridian. He cumplido mi juramento hacia ti, pero he roto mi juramento a mi Reino."

​Kael tomó la mano de Elara. "Ahora, soy una traidora para el Sol y una fugitiva para Áuryn. Mi vida es una sentencia de muerte. Soy Kael, la Fugitiva."

​Elara sonrió, con lágrimas en los ojos. "Entonces no hay diferencia entre nosotras. Y si tú eres la fugitiva, yo seré tu ancla. Iremos juntas. Usaremos mi poder para liberar a más gente y para construir un nuevo lugar donde la Sagrada Transferencia sea la ley."

​Kael besó a Elara, un beso de libertad y de un destino incierto. Habían ganado el poder, pero perdido su identidad.

​El barco viró, dejando atrás el continente. Su misión de Redención había terminado, pero su vida de conspiración y amor apenas había comenzado.