XXVII

-Cambie de opinión, me quiero casar con Diocles.

-¡Aleluya! , ¿Cuándo?

-Aun no lo sé – le digo riéndome a Alicet.

-Cuanto antes  mejor – aparece Diocles de la pequeña habitación y se sienta en los troncos recién talados – camino hacia él y le planto un beso en su mejilla -¿qué te hiso cambiar de opinión? - pregunta sonriente.

-Tú, sin que lo notes.

-¿Ah, si?, que novedad no será por lo que hablamos hace un par de días.

-Un poco – le digo.

-Uy que lindo, yo quisiera que alguien me ame así- dice con melancolía Alicet.

-¿Pronto llegara? –le dice Diocles.

-Yo creo que no – su mirada cambia a tristeza y  miedo.

-¿Por qué? con tu belleza todos mueren – miro a Diocles por lo que dice y es verdad Alicet es hermosa.

-Por eso estoy aquí con ustedes en tierra firme y no en el cielo, porque cometí un error y capas sea desterrada- dice temblorosa, parece que va a llorar.

-¿Qué hiciste?- la voz de Diocles se vuelve un poco dura.

-Castigue al hijo de un ángel muy poderoso- duda de lo que está diciendo, lo sé por la manera en la que mueve sus labios y ojos-  es amigo de tu padre Diocles-  Diocles se levanta y le coge de las muñecas Alicet.

-Vámonos, arruinaste mi alegría, tenemos que solucionar esto – y desaparecen para rematar dejándome sola, acaso estoy estampada .Cuando voy a salir afuera alguien toma mi mano y miro a Diocles ¡que sorpresa!

-Lo siento, te amo – me besa y se despide y ahora si desaparece de la manera adecuada.

Artemis

-Yo no sé qué voy hacer, no dejo de pensar que hasta en mis sueños aparece como quitaste el corazón del padre de Grecia.

-Ay Artemis olvida eso, fue divertido, no lo disfrutaste, además tu querías venganza ¿no? ahí está.

-Pero no así- le tuerzo los ojos.

-Si esto sale a la luz, tu caerás conmigo,  ¿me escuchaste?, sé que la odias al igual que yo. ¿Oh ya se te fue el odio?- me grita. 

-Que te importa – me levanto del asiento y camino hacia la salida de esta choza inmunda.

-Ni te atrevas a marcharte – le regreso a ver Ava que está más loca que yo.

-Tengo cosas que hacer.

-¡Quiero que matemos a Grecia!, no quiero que este con Diocles, me he escondido bastante viendo su maldita felicidad. Acaso no te gustaba ella.

-¿Grecia?, un poco,  pero veo que le interesa mi hermano, además  a ti que te importa quién me gusta.

-La vamos a matar y punto final así que estarás listo, yo me encargare de todo y si somos desterrados lo seremos ambos.

-Pero no te quedaras con mi hermano – le doy una sonrisa malévola.

-Y eso que, con tal que pierda lo que ama me da igual, puedo hacerlo sufrir desde la muerte o siendo desterrada.

-Pensé que eras buena Ava, pero me equivoque – se ríe.

-Tu tampoco eres bueno, has matado a  más personas que yo, ni te atrevas a volverte bueno, ni amar – desaparece y yo me quedo con mis dudas y pecados.

Que le echo a mi vida de ángel la he desmoronado, no puedo cambiar he cometido muchos pecados pero me he enamorado de una sola persona que ni siquiera me ve. ¿Cómo sucedió?  Fue el día de la desaparición del niño. Me enamore de Iris porque tiene los ojos de mi madre, un poco mezclado de verde. Iguales, es  hermosa.

Si quisiera cambiar, pero me lo está negado.

**

Aparezco en un lugar lleno de paja, salgo del establo y no imagine encontrármela aquí a Grecia.

-Pero mira no más a quién tenemos aquí- me regresa a ver y pone una cara de susto.

-¿Tu qué haces aquí?  ¿Cómo supiste qué…..?, vete.

-Ya me voy y como supe bueno te pensé, nada más queria decirte algo, deja de estarme siguiendo.

-¿Yo siguiéndote?, estas mal-me acerco a ella y le doy una mirada muy mala de un maniaco depravador.

-Si no quieres que nada te pase deja de hacerlo, te lo estoy advirtiendo o puedes terminar mal.

-Y si no quiero – lo admitió, si ha sido ella quién me ha estado siguiendo.

-Puedes vivir en carne propia a la muerte – de verdad quiero que se aleje Ava se va a enterar y se complicara todo.

-No te tengo miedo.

-Deberías tenerlo – y desaparezco dejándole con la palabra en la boca.