Capítulo final.

Ha pasado un año desde aquella noche terrible en la que fui secuestrada. Ese mismo día nacieron mis gemelos. Aunque nacieron con bajo peso, después de varios meses se recuperaron. Otoniel y Alana, están saludables. Eso me tranquiliza y me da paz.

Mi vida ha cambiado mucho desde entonces. Nos mudamos a los Estados Unidos. Alam dejó de ser enfermero y ahora estudia administración de empresas. La mayoría del tiempo, está en una de mis empresas con Heydar. Ambos se encargan de mis sucursales y manejan los inventarios. Yo me dediqué a mis niños este año, pero no descuidé mi trabajo. Una vez por semana, asisto a la empresa para supervisar y escuchar sugerencias.

Ser madre de gemelos no es fácil. Sin embargo, he tenido el apoyo de mi suegra y mi amigo Ángel, quien se siente muy feliz como abuelo adoptivo.

Otoniel es rubio, con ojos azules y cabello amarillo. Alana se parece a su padre: piel morena, ojos marrones y cabello negro. Son muy diferentes, pero cada uno me roba el corazón con sus sonrisas y travesuras.

La sala está llena de risas y aplausos. Nuestros familiares nos esperan, rodeados de globos y serpentinas. Los niños se ríen al ver a todos saludándolos con cariño.

Alam lleva a Alana en brazos, ella lo mira con adoración. Sus ojos brillan cuando están juntos. En las noches mi princesa se queda dormida en los brazos de su padre, que la lleva a su cuna. Mi suegra es quien duerme al príncipe, arrullándolo todos los días en su cuna. Mis niños reciben mucho amor, y eso me llena de felicidad.

Llevo a mi angelito sobre mis hombros. Él habla sin parar, emocionado de ver a sus abuelos. Se mueve desesperado para que lo baje, así que lo pongo en el suelo con cuidado. Él camina hacia donde sus abuelos, ansioso por jugar y divertirse. Mi suegra es la primera en llegar a él, lo levanta y le da vueltas, haciéndolo reír con fuerza.

—Bienvenidos, —les dice Alam a sus amigos, Heydar y Adel. Ambos están acompañados de hermosas damas. Adel, quien vive con mi madre, quien lo adoptó como a un hijo, está sentado junto a Sofía, mi hermana, una joven de 11 años con la piel como la porcelana y los ojos negros brillantes. Por otro lado, Heydar llega acompañado de mi mejor amiga, quien está a punto de dar a luz.

Jia, al presenciar la muerte de mi padre, sintió temor de enfrentarme y que yo terminara sufriendo un aborto por su culpa, por lo que huyó a Roma. Allí, volvió a reencontrarse con su hija, quien estaba bajo los cuidados de su nana y mi abogado, que había estado desaparecido por mucho tiempo. Sin embargo, el abogado regresó a su país porque ya no había motivos para seguir las órdenes de Jia.

Mi madre, junto con Antonio, mejor conocido como Delfín, se mudaron a Shanghái. Mientras tanto, Jia recuperó las acciones de la empresa de mi abuelo y ahora se dedica, junto a su esposo, a la administración del hotel que una vez perteneció a mi abuelo.

Mi tío Jun también recuperó sus acciones, mis hermanos se las entregaron. Todo lo que mi padre le había arrebatado a punta de amenazas fue devuelto. Al recibir las acciones de la empresa, Jun se las entregó a mi madre, quien las administra y cada cierto tiempo, le da una gran suma de las ganancias.

Jun sigue trabajando en el hospital de Shanghái, donde es considerado uno de los mejores médicos de China. Mi segunda madre, Mulan, continúa con su arte, trabajando en la galería y dibujando en su estudio, mientras cuida a la pequeña Mei.

En cuanto a mí, cuando me ofrecieron el cargo de directora administrativa de la empresa hotelera de mi padre, lo rechacé. No quería generar más problemas con mis hermanos, y ya tengo suficiente con mi empresa de diseño. No quiero ser avariciosa y querer quedarme con algo que consuma mi tiempo, mis energías y mi vida.

Preferí dejar todo en manos de Mario, mi hermano mayor, confío en él, sé preparó toda su vida para ejercer el cargo, quien mejor que él para ocuparlo.

Mi hermano menor, Nelson, se ha ido de Estados Unidos y ahora vive en Canadá con su esposa. Lleva una vida humilde y apartada de la familia. Aunque merecía estar en prisión por todo lo que hizo en mi contra, realmente mi corazón no guarda rencor. Lo he perdonado de corazón y le deseo éxito en su vida.

—Hoy estás muy distraída, ¿sucede algo?, —susurra Alam a mi oído mientras termino de acomodar en la bandeja varios aperitivos.

—No, amor, para nada, no te preocupes, —le respondo—. Ve y reparte esto entre la familia, por favor. —Le paso la bandeja y busco a mis niños con la mirada. Otoniel está con la abuela, mientras que Alana juega con su tía Isabella.

Me siento profundamente afortunada de haber encontrado a Alam. Él es mi roca, mi apoyo incondicional y mi mejor amigo. Juntos hemos construido una vida llena de amor, risas y aventuras emocionantes. Cada día a su lado es un regalo que atesoro.

Los recuerdos que hemos creado juntos son inolvidables y están grabados en mi corazón. Desde la primera vez que lo ví, cuando yo estaba montada en ese paracaídas, llena de nervios y susto, hasta el nacimiento de nuestros hijos, cada momento ha sido especial y único. Cada risa, cada lágrima y cada abrazo han sido parte de nuestra historia de amor.

—Mi amor, ¡mira!, —Exclama mi tío a Mulan mientras señala a la pequeña de tres años—. Mei está tratando de abrir el regalo que le trajimos a los gemelos.

—¡Mei, deja eso ahí!, —se escucha el grito de mi madre de crianza. Ella corre hacia donde está la pequeña, quien al verla, corre con el regalo entre sus brazos.

Mulan, aunque no le dio la vida, la ama como si realmente la hubiera traído al mundo. Su vida le pertenece a esa criatura. Ella y mi tío son muy felices cuidando a Mei.

Me siento en uno de los muebles del apartamento para descansar un poco del gran trajín que ha sido este día. Entre los preparativos y el adorno del apartamento, más el arreglar a mis gemelos para tan importante ocasión, ya me he quedado sin fuerzas. El agotamiento me consume. No puedo negar que me faltan unas vacaciones con mi marido, solo nosotros dos en una playa, amándonos por horas.