Entrada 06 – "Una chispa en medio de la oscuridad"

El tiempo pasaba. Aprendí a ser precavido. A no destacar. A hablar lo justo. A mirar al suelo. A existir sin ser visto.

No tenía muchos amigos, pero ya no me dolía tanto. Era más fácil simplemente mantener un perfil bajo. Ser el chico callado. El raro. El que pasa desapercibido.

Pasaba mis tardes en casa. Con mamá. Y aunque muchas cosas eran oscuras en mi mundo, con ella había luz.

Recuerdo su voz… cantando mientras cocinaba. Los aromas del hogar llenaban la cocina y yo, ahí, a su lado, cantando también.

En esos momentos… el mundo no dolía tanto. Era como si todo se detuviera. Como si la tristeza se escondiera y solo quedara una pequeña chispa de esperanza.

Y fue en esa paz donde algo más comenzó a nacer.

Una curiosidad. Una pregunta que me había hecho desde pequeño, pero que siempre escondí… por miedo, por vergüenza, por no saber siquiera cómo explicarla.

Mi madre siempre fue una mujer impecable. Casi como una muñeca de porcelana. Vestidos. Tacones. Cabello arreglado. Coletas perfectas. Su risa. Su voz.

Y yo la veía… y sentía algo que no entendía.

No era solo admiración. Era un deseo silencioso. Una pregunta que quemaba:

¿Y si yo también pudiera…? ¿Ser así? ¿Verse así? ¿Sentirse… feliz así?

Un día, cuando nadie estaba en casa, algo dentro de mí me empujó. Fui al clóset de mi madre. Busqué entre sus vestidos viejos. Tomé uno largo, azul con flores. Saqué un par de tacones gastados. Encontré su estuche de maquillaje.

Y con manos temblorosas… me maquillé como supe. Torpe. Desprolijo. Pero lo hice.

Y cuando me vi en el espejo… con el vestido mal ajustado, el maquillaje mal aplicado, los tacones grandes… algo cambió dentro de mí.

No me vi como un niño disfrazado. Me vi… por primera vez… como yo.

Y no sabía qué significaba. Ni qué nombre ponerle. Solo sabía que ahí, frente al espejo, algo real había nacido.

Me sonreí. Lloré. Y me prometí que, aunque fuera en secreto, no dejaría que esa parte de mí muriera.