Entrada 07 – "¿Eres gay?"

Por momentos… era feliz. Había días buenos, días malos, y simplemente… días. Días que pasaban como si no existieran. Sin pena, sin gloria. Solo… pasaban.

Mis padres me miraban, y en silencio se preguntaban: "¿Qué hay de raro en él?"

Entre mis hermanos, yo era… el diferente. No salía. No tenía novia. No hablaba de niñas como los demás.

Y mi padre… lo notaba. Él no era de preguntar. Solo hablaba de su trabajo, de lo cansado que estaba, de cómo el mundo lo tenía harto.

Las cenas en casa eran… silenciosas. Casi como un ritual. Todos callados, escuchando cómo mi padre se quejaba del mundo, mientras mi madre lo escuchaba.

Pero esa noche fue diferente.

Estábamos todos cenando. Sin decir palabra. Y de pronto, él me miró.

No era una mirada de curiosidad. Era dura. Fría. Invasiva.

—"Hijo…" —dijo. —"¿Eres gay?"

Todos dejaron de masticar. Hasta el reloj pareció callarse.

—"¿Por qué no tienes novia? Eso no es normal. Ya estás en edad. ¿Te gustan los hombres? Porque en esta casa eso NO está permitido."

Sus palabras fueron cuchillos. Mis hermanos rieron. Quizás pensaban que era una broma. Pero yo… yo sentí que el mundo se me caía encima.

Mi corazón latía como loco. La garganta se me cerró. Y por un segundo, quise correr. O desaparecer.

Pero solo respondí, con voz temblorosa:

—"No, papá… no soy gay. Solo… no he conocido a ninguna niña. Y no me gusta salir."

Mis ojos se llenaban de lágrimas, pero no podía dejarlas caer. Porque los hombres no lloran, ¿verdad?

Mi madre intervino, con suavidad:

—"Es solo un niño. No tiene edad para pensar esas cosas."

Pero esa cena… no se me va a olvidar jamás.

No porque haya sido la primera vez que me hicieron sentir extraño, sino porque fue la primera vez que me preguntaron directamente si era algo que aún yo mismo no podía responder.

Porque no, no me gustaban los hombres. Pero tampoco me gustaba ser uno. Y en ese momento… aún no tenía palabras para lo que sentía por dentro.