Entrada 29 – "¿Solo un extra?"

Después del ensayo, el ambiente seguía tenso. Nadie mencionó lo de Anya. Solo seguimos… como si nada hubiera pasado.

El sudor aún me caía por la frente cuando el manager entró al estudio. Tranquilo. Con esa sonrisa corporativa que no dice mucho, pero intenta decir todo.

Nos miró a todos, asintió y marcó el final del ensayo.

Después, se acercó a mí.

— No te preocupes, —me dijo en voz baja— sabemos que es normal cometer errores. — Hicimos nuestra tarea, investigamos tu historia… — Sabemos que no sueles bailar en grupo. — Poco a poco aprenderás.

Quise agradecerle. Pero entonces vino la parte que… me hizo tambalear.

— Además, —dijo— al principio, ustedes solo serán extras. Mina es la estrella.

Se quedó callado por un momento. Y remató:

— Claro… todos son importantes. — Pero tú, por ahora, solo concéntrate en las coreografías, ¿sí?

Sonrió. Y se alejó como si me hubiera dado paz.

Pero no lo hizo. Me rompió.

Esa noche volví a casa. Me cambié de ropa. Puse música. Y durante horas practiqué.

En mi cuarto. Sola. Repitiendo los mismos pasos una y otra vez.

Pero no podía dejar de pensar en sus palabras:

"Solo serán extras."

Me miré en el espejo. Sudada. Respirando agitada. Con el corazón hecho un nudo.

¿De verdad pertenezco aquí?

Recordé las miradas de los demás. Las cejas alzadas. Las sonrisas forzadas. Los suspiros.

Ya conocía esas señales. Las viví toda mi infancia.

"Eres diferente." "No encajas." "Eres demasiado rara." "Esto no es para ti."

Me senté en el suelo. Miré mis manos. El anillo brillando en mi dedo.

¿Por qué me eligieron a mí? ¿Qué tengo que ofrecer? ¿Y si fue un error? ¿Y si… no soy lo que necesitan?

Había tantas preguntas. Y ni una sola respuesta.

Pero, aun con todo eso… No solté el anillo. Y no dejé de ensayar.

Porque algo en mí, muy en el fondo, no quería rendirse.