Entrada 50 – ¿Esto también se siente así?

No sé si por fin terminó… o si simplemente ya no me importa que siga. Las palabras de mi padre no borraron el daño, pero me dieron algo que ya no esperaba: un poco de paz.

Hoy, por primera vez en semanas, desperté sin el corazón apretado. Abrí los ojos y, en lugar de quedarme inmóvil, sintiendo que el peso del día me aplastaba, respiré hondo. El aire de la habitación olía a suavizante, a la ropa limpia que había doblado la noche anterior. Me vi en el espejo y no lloré. Me toqué el pecho y no sentí miedo. Sentí… que todavía estaba aquí. Que sigo siendo yo.

En el desayuno del grupo, todos hablaban de tonterías, de memes, de series que estaban viendo. Yo apenas participaba, pero escuchaba. Por primera vez en mucho tiempo, podía disfrutar de esos momentos sin sentirme ahogada. Entre las voces y risas, me di cuenta de algo: había una persona que, sin importar el caos que pasara en mi vida, había estado cerca. No tratando de darme soluciones, no llenando el silencio con consejos… sino simplemente estando.

Lo vi en cómo me pasaba el termo de agua tibia cuando mi voz se secaba en medio de un ensayo. En cómo, en cada descanso, buscaba sentarse cerca de mí, aunque hubiera sillas vacías en otro lado. En cómo, cuando sentía que mi respiración se agitaba por la ansiedad, su mano en mi hombro me recordaba que estaba ahí.

Ese día, mientras recogía mis cosas para irme, mi teléfono vibró:
"No sé si hoy fue un buen día para ti… pero te vi sonreír, y eso me bastó."

No pude evitar sonreír. Respondí:
"Gracias por apoyarme últimamente… es extraño, pero a veces solo quiero ir a los ensayos para estar cerca."

La respuesta llegó enseguida:
"Mañana llevo café para todos… y el tuyo ya lo tengo pensado: descafeinado, deslactosado y con chispas de chocolate."

No sé qué está pasando. No sé si es amistad, si es algo más, o si es solo mi corazón buscando un refugio. Pero por primera vez… no me da tanto miedo sentirlo.