Entrada 23 – El Camino a Ser Completa

Comenzaba a ser feliz. Me miraba al espejo y aunque me sentía más yo, aún había cosas que no me gustaban. Mi barba… mi bigote… mi cuerpo que seguía siendo demasiado masculino.

Era como si el reflejo estuviera casi completo, pero aún no reflejaba todo lo que sentía por dentro. No era suficiente.

Y entonces, con el apoyo de mi madre, tomé la decisión más importante de mi vida: empezar mi transición.

Fui al médico. Conté mi historia. Y él me escuchó con una sonrisa en el rostro. Me habló con respeto. Me trató como nunca antes me había sentido tratada por un profesional.

Hicimos un plan. Un plan que cambiaría mi vida.

—"Un año," dijo él. —"Con compromiso y cuidado, en un año estarás mucho más cerca de tu reflejo."

Un año. No podía dejar de pensar en esa frase. "En un año al fin estaré completa."

Comencé el tratamiento. Hormonas. Controles médicos. Cambios.

Día con día, pequeños avances, pequeñas victorias. Mi voz, mi piel, mi cuerpo… todo empezaba a responder.

Y mientras tanto, seguía bailando. Seguía cantando. Eso nunca cambió. Eso siempre fue mi refugio.

Un día decidí grabarme. Después otro día más. Y otro. Y sin darme cuenta, empecé a subir mis videos a redes sociales.

No buscaba fama. No buscaba atención. Solo quería compartir lo que me hacía feliz.

Y lo increíble fue que no solo llegaron comentarios malos —porque siempre hay— sino que comenzaron a llegar mensajes diferentes.

Palabras que nunca pensé leer dirigidas a mí:

"¡Qué bien bailas!" "Eres increíble." "Te ves hermosa." "Tu outfit está espectacular." "¡Gracias por compartir esto!"

Eran simples palabras, lo sé. Tal vez para muchos eran superficiales. Pero para alguien que había crecido sintiéndose invisible, cada palabra era un rayo de sol.

Pequeñas luces que me ayudaban a seguir.

Y por primera vez… ya no solo me veía en el espejo.

Ahora el mundo también empezaba a verme.