XLII Príncipes y heroínas

—¿Ya te sientes mejor? Papá me dijo que la policía hará patrullajes con mayor frecuencia para evitar que otros locos vengan a la secundaria.

Es el modo en que Brenda me consuela. Intento sonreírle y me siento muy cínica. No estoy lista para contarle la verdad y Jason ha jurado guardarme el secreto.

Pese a eso, siento que todos me miran con recelo, como si lo supieran; como si sospecharan que esa mujer loca era mi madre y que la locura es hereditaria.

O contagiosa.

～🦇～

En la pausa del almuerzo, intento enfocarme y avanzo en el guión para la obra. Brenda me sugiere ideas y líneas, pero la mayoría no encajan en el esquema que tenemos pensado con Jason.

—¿De qué color crees que se me vería mejor el vestido? —me pregunta.

Ha sacado un cuaderno y comienza a dibujar. Siempre ha dibujado muy bien, ella quiere ser diseñadora de modas.

Yo no quiero que nuestra cenicienta use un vestido, pero eso sí que ella no me lo perdonaría. Es algo en lo que voy a transar.

—Creo que podríamos conservar el clásico celeste. Además, combinará bien con tus ojos.

Ella sonríe, pintando de celeste el vestido que ha dibujado.

—¿Y quién te gustaría que fuera tu príncipe?

Ella suelta el lápiz, llevándose las manos a sus mejillas enrojecidas.

—Es una lástima que Roy no esté en nuestra clase —le comento.

—Él es parte del pasado, además nunca me gustó tanto ¿Qué te parece Kyle?

—Creo que él sería un excelente príncipe.

Ella sigue pintando su dibujo, al que comienza a agregar a su flamante príncipe y yo continúo reescribiendo la historia.

～🦇～

—¿Vamos a mi casa a trabajar en la obra? —pregunta Jason, acercándose con un casco extra.

—Hoy no puedo. Tengo algo que hacer.

—¿Más importante que nuestra obra?

—Más urgente —le digo, guardando mis libros en el casillero.

—¿Más urgente que ver a Grayson?

Ahora que lo pienso, no recuerdo haberlo visto hoy.

—Se lesionó en una práctica de gimnasia.

—¡¿Qué?! ¡¿Está muy grave?! ¡¿Cómo pasó?!

—Tiene un esguince en el tobillo, nada grave, pero pensé que te gustaría visitarlo.

Mi pobre Dick.

—Yo... No puedo, tengo que irme. Adiós, Jason.

Me alejo, dejándolo con esa mirada de sospecha y voy rápido al paradero.

Muchas cosas han pasado estos últimos días, que me han hecho replantear mis prioridades, así como el actual estado de la salud pública.

Mamá estuvo más de cinco años internada en ese hospital psiquiátrico y salió de allí igual que como entró o peor. Estuve buscando en la web y encontré una clínica privada con muy buenas opiniones de los usuarios y excelentes especialistas, pero es carísima.

Lo conversé con mi tía y ella está dispuesta a tomar turnos extra en su trabajo. Yo no puedo quedarme de brazos cruzados, así que he venido hasta la fuente de soda donde fumé la pipa de la paz con Jason.

—Hola. Vine por el anuncio de mesera.

～🦇～

En cuanto llego a casa, le escribo un mensaje a Dick.

Yo: Hola. Jason me contó de tu accidente ¿Cómo estás?

Voy por algo de comer. Por los turnos extra, mi tía llegará cada vez más tarde y debo tenerle algo rico para cenar.

Oigo el tono de mensaje y corro al teléfono.

Dick: ¡Hola, Isabel!

Usó signos de exclamación. Eso podría significar que está feliz o sorprendido. Se quejó ante mi preocupación por Jason y debe saber que él también me preocupa.

Dick: estoy bien, sólo un poco incómodo. Debo guardar reposo y no soy bueno quedándome quieto 😅

Rio, imaginándolo desesperado por moverse. Él siempre parece tener mucha energía.

Dick: Y el idiota de Todd no hace más que regañarme ¡Es un fastidio!

Yo: de seguro lo hace para cuidar de ti.

Dick: 😢 olvidé que tú estás de su lado.

Ese emoji, sumado a sus palabras, me destrozan el corazón.

Yo: hablaré con él para que no sea tan fastidioso contigo.

Dick: 😊 ¡Eres mi heroína!

Mi corazón se salta un latido. ¡Yo soy alguien para él! ¡Y alguien importante! Me siento en las nubes, como si volara, incluso puedo sentir el suave vapor de las nubes a mi alrededor, que huelen a... ¿Quemado?

¡Maldición, la cena!