Capítulo 3- Se debe estudiar

Desde pequeña entendí que para poder salir adelante debes superarte. Por eso, desde que iba a la escuela sabía que me gustaría estudiar de maestra

Tuve una gran maestra, esas maestras inolvidables, que cada anécdota de la escuela te lleva a recordarla. Mi maestra se llamaba Susana, se llama Susana Silva, porque aún hoy, sigo manteniendo contacto con ella.

Cuando empecé tercer año en la escuela, llegó una maestra nueva a la escuela, una maestra que vivía lejos y que tenía que hacer muchos kilometros en moto para poder llegar a la escuela. Desde su primer día de clases, me pareció una maestra genial.

Un día me preguntó si no me quedaría con ella en la escuela algunas veces a la semana porque ella iba a quedarse algunos días, en especial en la época de frío o días de lluvia. Obvio que le contesté que si, y me pidió que fuera alguno de mis padres a hablar con ella, para explicarles.

Fue así, como empecé a quedarme uno o dos veces a la semana con ella. Mi padre me llevaba de tardecita y allí tomábamos un rico café con leche y una deliciosa torta de manzana que ella realizaba. Mientras ella iba planificando, yo me ocupaba de hacer copias de libros, ó mirar revistas El Grillo.

Era la época en que no había luz eléctrica en la escuela y nos alumbrábamos con un farol a gas. Tampoco existía el teléfono como medio de comunicación, la comunicación era a través de cartas que llegaban al almacén del barrio. 

Quizás fue esa la motivación o ejemplo que tuve para estudiar, sabía que para poder salir adelante debía estudiar y sacrificarme, Ese fue el ejemplo que tuve de mis padres, para poder lograr algo, debes desearlo y debes luchar por ello.

Durante tres años, me quedé con la maestra Susana en la escuela. Ese fue el tiempo que ella estuvo en la escuela, hasta que se trasladó. Pero esos tres años, fueron mi ejemplo para estudiar de maestra.