CAPÍTULO 51 — MISIÓN: MAMÁ FELIZ

Narrado por Ian

Todo comenzó una tarde, justo después de que papá nos contara por qué ya no estaba con mamá. Leo y yo nos miramos y supimos que algo no estaba bien. Mamá siempre ha sido fuerte y sonriente, pero a veces la vemos mirando por la ventana, como esperando algo… o a alguien.

Después de escuchar a papá decir que todavía la amaba y que quería recuperarla, nos quedamos callados. No dijimos nada. Pero esa noche, cuando estábamos acostados en nuestra cama, miré a Leo y le dije:

—No me gusta que mami esté triste.

Él se quedó pensando un rato. Siempre piensa mucho. Luego respondió:

—A mí tampoco. Y no me gusta que papá la haya lastimado.

—¿Entonces qué hacemos?

—Nada… todavía —dijo—. Pero vamos a observar. Y si él de verdad quiere hacerla feliz, entonces lo ayudaremos.

Yo también quería eso. No lo había dicho porque tenía miedo de que mamá sufriera otra vez. Pero si papá la quería tanto como decía, y si de verdad estaba arrepentido… entonces podríamos darle una oportunidad.

Así empezó el secreto. Leo, papá y yo. Misión: Mamá Feliz.

Nos reunimos en el jardín a veces, o en la cocina cuando mamá no estaba. Papá nos preguntaba cosas como qué le gusta comer, qué flores prefiere, qué canciones canta en la ducha.

—A mami le gusta el helado de pistacho —le dije un día.

—Y las películas de princesas —añadió Leo—. Aunque diga que no.

Papá se reía con nosotros. Pero no era la misma risa de antes. Era más suave, como si estuviera cuidando algo frágil. Y siempre terminaba diciendo:

—Gracias, chicos. Estoy contando con ustedes.

Nos gustaba ayudarlo, pero también le dejamos claro que si volvía a hacerla llorar… ¡olvídalo! Nadie se mete con nuestra mamá. Es nuestra reina.

Así que sí. Es un secreto. Uno muy importante. Porque mamá merece todo lo bueno. Y si papá de verdad la quiere como dice… entonces, quizás, solo quizás… podamos volver a ser una familia.