CAPÍTULO 8 : La prueba final

CAPÍTULO 8 : La prueba final

El laboratorio olía a alcohol y miedo. Fénix se aferró a los brazos de la silla mientras el Dr. Armitage levantaba la primera jeringa. El líquido dentro brillaba con un verde enfermizo.

—Ojo derecho primero —anunció el médico—. Para visión mejorada.

Fénix resopló.

—Genial. Justo lo que necesitaba. Ver mejor cómo me torturan.

La aguja penetró su globo ocular con un crujido húmedo. El dolor fue instantáneo, eléctrico, como si alguien le hubiera clavado un tenedor al rojo vivo directamente en el cerebro.

—¡JODER! —Fénix se arqueó contra las correas—. ¡NO HABIA MEJOR PASTILLAS!

El doctor continuó imperturbable.

—Hombro ahora. Para el sistema nervioso.

Clic. Zas.

Fénix sintió el líquido correr por sus venas como lava. Sus músculos se contrajeron en espasmos violentos.

—¡Enid, te juro que si sobrevivo te voy a...!

—Columna vertebral —interrumpió el doctor—. Para integración neuromuscular.

El mundo estalló en blanco y Fénix cayo inconciente.

Cuando volvió en sí, estaba en una jaula acolchada. El sudor le corría por la cara mezclado con sangre. Algo latía dentro de su pecho, algo que no era humano.

"Darem..." El nombre le vino a la mente como un relámpago. "Quiero otra oportunidad. Quiero arrancarle esa sonrisa elegante de la cara. Quiero sentir sus huesos romperse bajo mis..."

La voz de Enid retumbó en los altavoces:

—Fénix espero que me escuches a continuacion liberaremos a lycans primitivos, para evaluar tus nuevas habilidades.

Las compuertas se abrieron. Dos bestias peludas con ojos inyectados en sangre entrarraron.

Fénix sintió cómo algo se desgarraba dentro de él.

Los huesos le crujieron. La piel le ardió al estirarse. Cuando abrió la boca para gritar, solo salió un rugido.

Los lycans primitivos ni siquiera tuvieron tiempo de atacar. Fénix los destrozó como papel mojado. Sangre. Vísceras. Huesos rotos.

Pero no fue suficiente.

Empezó a golpear las paredes acolchadas. El metal se abolló bajo sus garras.

Los cientificos al haber conseguido lo que querian optaron por la opcion mas logica dormirlo. Un dardo tranquilizante le pinchó el cuello.

—No... —penso Fénix mientras la oscuridad lo arrastraba—. Todavía no...

Al despertar lo primero que vio fue luz blanca. Correas. Enid observándolo como un científico observa una rata de laboratorio prometedora.

—Buenos días, Uber Lycan —dijo con una sonrisa que hizo que le hirviera la sangre—. ¿Cómo te sientes?

Fénix mostró los dientes.

—Como si me hubieran pasado por una trituradora y cosido de nuevo. —Miró sus manos, humanas otra vez—. ¿Cuánto duré?

—Lo suficiente. —Enid se inclinó, dejando un pequeño frasco en la mesa de luz—. Tu recompensa.

Fénix lo miró con desconfianza.

—¿Qué es? ¿Otra ronda de tortura disfrazada?

Enid respondió besándolo. Fue breve, calculado, pero suficiente para que el corazón de Fénix diera un vuelco.

—Un recordatorio —susurró contra sus labios—. De lo que ganarás... si te portas bien.

En las profundidades de Berlín, Viktor observaba las cápsulas de cría vampírica. Los cuerpos flotaban en líquido amniótico rojo, conectados a tubos y máquinas.

Darem acarició una cápsula con dedos largos y pálidos.

—Fénix Rogers se cree fuerte —murmuró—. Pero cuando nuestros nuevos hijos despierten... entenderá lo que es verdadero poder.

Viktor sonrió.

—Prepáralo todo. La cacería está por comenzar.

En las afueras de berlin un coche viejo avanzaba y sin darse cuenta choco a alguien, el auto chirrió al detenerse. El conductor salió tambaleándose, borracho de cansancio y remordimientos.

—Solo un accidente —murmuró mientras abría el maletero—. Nadie tiene que...

Las garras lo atraparon antes de que pudiera terminar la frase.

En Enid Corp, Fénix miraba la luna a través del cristal blindado.

"Pronto, Darem. Pronto."

Sus uñas se alargaron involuntariamente, arañando el marco de la ventana.