CAPÍTULO 91 : El Día de la Fiesta

CAPÍTULO 91 : El Día de la Fiesta

La noche había caído sobre la ciudad y el edificio de Antigen brillaba con luces deslumbrantes. La fiesta de gala de la compañía rival estaba en pleno apogeo, y la atmósfera era una mezcla de sofisticación y tensión. Dentro del enorme salón de eventos, una orquesta tocaba música clásica de fondo mientras los invitados, vestidos con sus mejores trajes y vestidos, charlaban y reían, levantando sus copas de champán en brindis celebratorios. Las conversaciones iban desde negocios hasta especulaciones sobre los últimos desarrollos en tecnología genética y biotecnología, el fuerte de Antigen.

La sala estaba decorada con un lujo desmedido: candelabros de cristal colgaban del techo, reflejando la luz en miles de destellos, y el suelo de mármol negro pulido reflejaba las figuras de los asistentes. Las mesas estaban cubiertas con manteles blancos impecables, adornadas con arreglos florales exquisitos y velas encendidas que proyectaban sombras danzantes. Los mozos, vestidos con uniformes blancos y negros, se deslizaban entre los invitados, ofreciendo bandejas con aperitivos delicadamente preparados y copas de vino de alta gama.

Entre los mozos, dos figuras se movían con cuidado y discreción: Vanessa y Lucian, infiltrados en la fiesta como personal de servicio. Vanessa llevaba el cabello recogido en un moño pulcro, su expresión serena mientras ofrecía copas a los invitados y observaba con atención cada rincón de la sala. Lucian, por otro lado, llevaba una sonrisa fingida, moviéndose con gracia y elegancia, pero con la mirada siempre alerta por si algo se salía de control.

—"Recuerda,"— susurró Vanessa por el pequeño comunicador oculto en su oreja, manteniendo la mirada fija al frente mientras pasaba junto a Lucian, —"si algo no va según el plan, debemos crear una distracción y dar tiempo a Fénix para que termine su parte."—

Lucian asintió sutilmente mientras continuaba su camino, llevando una bandeja de copas vacías hacia una de las mesas laterales. —"Lo tengo claro. Solo espero que Fénix no pierda la paciencia esta vez,"— murmuró en voz baja, sabiendo que su compañero de equipo tenía poca tolerancia para este tipo de misiones encubiertas.

Afuera, aparcada discretamente en una calle cercana, una lujosa limusina negra esperaba. Dentro del vehículo, Enid estaba recostada cómodamente, con una pierna cruzada sobre la otra, sosteniendo una copa de vino tinto en la mano. Llevaba un elegante vestido negro con detalles dorados que acentuaban su figura, y su rostro reflejaba una mezcla de confianza y paciencia.

—"Bueno, bueno,"— murmuró para sí misma mientras tomaba un sorbo del vino, disfrutando del sabor aterciopelado que se deslizaba por su garganta. —"Veamos si este plan sale como lo planeamos... o si Fénix decide hacer de las suyas."—

Tenía un pequeño dispositivo en su otra mano, donde podía monitorear los movimientos de Fénix a través de los conductos de ventilación del edificio. Su expresión era serena, pero sus ojos mostraban una chispa de emoción. Sabía que este tipo de operaciones eran riesgosas, pero eso era lo que le hacía sentir viva.

Por otra parte, en las sombras de los conductos de ventilación que serpenteaban por el edificio de Antigen, Fénix se movía con sigilo y rapidez, pero su expresión reflejaba frustración. Estaba vestido con ropa táctica negra, ajustada para facilitar el movimiento en espacios reducidos. Se detuvo un momento en una bifurcación de los conductos y miró a la cámara oculta que llevaba consigo.

—"¿Quién demonios planea estas cosas?"— murmuró con sarcasmo, hablando directamente a los espectadores a través de su cámara personal. —"Una gala ridículamente lujosa, un puñado de tipos en trajes caros, y aquí estoy yo, arrastrándome como una maldita rata por estos conductos. ¿Y para qué? Para encontrar unos papeles de mierda que podrían, o no, ayudar a Enid Corp. a ganar ventaja sobre Antigen. ¡Es ridículo!"—

Fénix suspiró, pasando una mano por su cabello, claramente irritado. —"Claro, porque mi vida no es lo suficientemente interesante, ¿verdad? De todos los trabajos, me toca el más mugroso,"— continuó, deslizando su cuerpo por el angosto conducto.

A pesar de su enojo, Fénix continuaba moviéndose con precisión. Sabía que el tiempo era limitado y que tenía que llegar a la oficina del CEO antes de que la situación en la fiesta se volviera incontrolable.

—"Y ni siquiera es un buen plan,"— siguió hablando, ya sin filtro. —"Mejor dicho, es un plan básico y aburrido. Vanessa y Lucian están abajo esperando a que las cosas se compliquen, Enid está sentada en su limusina, bebiendo su vino caro... y yo estoy aquí, oliendo el polvo de hace diez años y escuchando el eco de mis propios pensamientos."—

De repente, escuchó un ruido cerca de una de las rejillas de ventilación más adelante. Su mirada se agudizó y sus músculos se tensaron. —"Esperen, creo que estoy cerca,"— dijo, volviendo al modo profesional. Avanzó unos metros más, hasta que alcanzó una pequeña rejilla que daba a una oficina opulenta y decorada con lujosos muebles de caoba.

—"Muy bien,"— murmuró, tomando un destornillador de su cinturón y comenzando a quitar los tornillos de la rejilla con rapidez pero en silencio. —"Vamos a ver qué secretos están escondiendo aquí."—

La rejilla cayó con un leve chasquido, y Fénix se deslizó hacia abajo, aterrizando con gracia en el suelo de la oficina. Echó un vistazo alrededor, asegurándose de que no había nadie, y luego se dirigió al escritorio, donde los documentos importantes debían estar guardados.

—"Ya estamos en esto,"— dijo, sin poder evitar una sonrisa sarcástica mientras comenzaba a revisar los cajones.

Fénix se encontraba en la oficina del CEO de Antigen, buscando con rapidez entre los cajones del escritorio de caoba. La decoración opulenta de la sala, con sus estanterías llenas de libros antiguos y una alfombra persa, contrastaba con la tensión que se respiraba en el ambiente. Los documentos que debía encontrar no aparecían fácilmente. Mientras abría otro cajón, su intuición le decía que algo no estaba bien.